lunes, 8 de octubre de 2007

Blog actualizado (lunes 8 de octubre)

Me ha costado, pero parece que he conseguido actualizar este blog.

Esta pequeña y anodina misión que me había impuesto a falta de empeños mejores.

Intentar vaciarme totalmente para poder llenarme de nuevo.

Perder vergüenzas y miedos para ser más libre. Más valiente.

Parece que, al menos, mi portátil acompaña, y después de ser abierto para darme un presupuesto para un nuevo disco duro, el viejo disco duro recapacitó, o se colocó, o decidió que con el coche ya tenía bastante.

Espero que, a partir de hoy, las entradas sean del mismo día o de uno o dos días anteriores.

Intentaré que mi presente sea presente en este blog.

Que mi pasado sea pasado, que mi presente sea presente, que mi futuro sea mejor.

Me levanto cansado y triste. Añado esta entrada. Incluyo dos fotos. Mando algún mensaje.

Poco a poco, pero sin detenerme...

Fiesta y casero (domingo 7 de octubre)


Había pensado hacerla antes, pero mi estado anímico y las circunstancias no lo facilitaron. Finalmente, el sábado pasado, cuando le decía a mi compañera catalana que tenía una nueva multa y que no podría acercarme al bar donde estaban porque mi coche volvía a no arrancar, decidí que, pasara lo que pasara, este sábado habría fiesta de inauguración en mi casa.

No la organizo mucho, la verdad. Mando un correo-e el miércoles y, de manera no muy hábil, algunos mensajes de móvil el mismo sábado a las siete de la tarde para avisar de una fiesta que sería a partir de las nueve. Pese a todo vienen diecisiete personas, la mayoría españoles (más bien españolas).

Me paso el sábado fregando la cocina, lo suelos, montando algunas mesitas que compré en el Ikea, fui al supermercado a comprar bebidas (algo de vino, cervezas, dos "garrafas" de casi dos litros de Bacardí y Stolisnaya, algo para picar...). Cuando acabé de montarlo todo, y a poco que se observe la foto, me di cuenta de que parecía un cumpleaños infantil.

La fiesta es aceptable. Mis compañeros catalanes llegan tarde porque se pierden viniendo desde Evanston. A la gente le gusta cómo me va quedando mi viejo y pequeño apartamento y que esté en Chicago, incluso les gusta cómo me ha quedado mi salón rojo, el azul celeste, lo que una compañera define como "vintage".

Como hace calor, salimos a la especie de patio/jardín que hay frente a mi edificio. Con copa y media ya me noto un tanto pispaíllo. Sobre la 1 nos vamos a tomar algo a un bar cercano.
La fiesta es aceptable, de las dieciocho personas que somos, sólo somos seis chicos y tres son gays, pero una vez más no logro no dejar de acordarme de otras fiestas que organicé, ayudé a organizar o en las que estuve, con otras personas, en otros lugares, que acababan de otra manera... Y no es una sensación agradable. Esta sensación que lleva durando más de año y medio, más de cuatro meses...

El mundo es muy complejo y muy pequeño. Descubro que una de las compañeras españolas que ha venido de Carpentersville estuvo saliendo con un chico cuya exnovia era profesora de Arte en Ávila. Que uno de los chicos de la pareja de Wicker Park estuvo saliendo, no recuerdo ahora si cinco o siete años, con el actual director del museo de arte contemporáneo más importante de Castilla y León.

La gente tiene que volver a sus suburbios. A las 3 estoy en la cama.

Dedico el día de hoy a actulizar este blog. Hablo con mi familia. Sobre las diez de la noche, llama a la puerta mi casero (había llamado también el sábado mientras me duchaba con la puerta de la calle abierta para que se secara el suelo), me dice que aún no le ha llegado la transferencia de dinero que le hice por internet. Tampoco parece que le haya gustado que haya montado una fiesta (de la que le avisé). Al final quedamos en que miraré lo del banco, pero le comento que tengo que poder invitar a tomar algo a amigos a mi apartamento. Se va más contento. Me dice que vale, pero que no sea hasta muy tarde.

Actualizo casi totalmente este blog. Me acuesto.

Objetivos/Decisiones (sábado 6 de octubre)

Estuve año y medio de subidas y bajadas en una montaña rusa. Intentando que funcionara lo que la conductora del carrusel se empeñaba en frenar, atascar, que no funcionara. Esperando encontrar lo que había leído en el folleto publicitario. Esperando llegar adonde, evidentemente, no llegaba esa montaña...

Ahora, hoy, llevo cuatro meses intentando librarme de su presencia, intentando olvidar o superar los instantes de felicidad, intentando dejar de relativizar los más largos momentos de tristeza y frustración, intentando dejar de pensar en lo que pudo ser y no fue, no ha sido, intentando dejar de ver el destino que tal vez sólo uno quería, para el que sólo uno estaba preparado.

Es hora ya de que todo cambie. De empezar a cambiar. Lentamente, con inteligencia, poco a poco, pero hay que cambiar la dirección, tomar de nuevo las riendas de mi destino, hacer que la serotonina vuelva a la mente y el cuerpo del falso, absurdo macho dominante que soy.

Tengo que volver a sentir, sí, con treinta años, tal vez "naïve" como un niño mayor, tengo que volver a desear lo que siempre he sentido que debo buscar, lo que siempre he deseado:

Recorrer el mundo con esa persona (creo que mujer) que sea libre, valiente, desee y tenga fuerzas e inteligencia para hacerlo conmigo...

Buscar aquella tarea, misión, que sea mi destino. Ayudar a la otra persona a que la busque. Ser ayudado.

No importarme si tengo que esperarla, detenerme con ella, vivir de su sueldo o en su casa. No importarle si tiene que esperarse, detetenerse conmigo, vivir de mi sueldo o en mi casa. Nuestro sueldo. Nuestra casa.

Saber que todo es complicado. Que el mundo es muy complejo. Pero hacerlo un poco más fácil. Porque lo deseamos. Porque nos deseamos.

Hacer el amor, follar, sí, follar, sin prisas, sin escrúpulos, sin miedos, sin comparaciones, pidiendo sólo lo que damos, pidiéndolo y dándolo todo.

Creer aún un poco en la izquierda, trabajar un poco para que todo pueda ser un poco distinto, un poco mejor.

No tener más miedos que los necesarios. No tener miedos. Ayudar a no tener miedo. Ser ayudado.

Ser más paciente, más flexible, menos intolerante, saber actúar con la cabeza más fría.

Hacer caso a mi polla, mi corazón, mi polla, mi cerebro.

Mientras, encontrarme a mí mismo, no necesitar para ser mínimamente feliz a la persona equivocada, no lamentar que sea la persona equivocada, no ver en todas partes y añorar a la persona eqivocada.

Hoy, mañana, caminar por las calles de Chicago, conducir por las carreteras de Illinois pensando que puede ser, que ese destino, imperfecto pero cercano, puede estar ahí mismo esperándome.

Ser feliz. Conocer. Ser paciente.

Mi polla (sábado 6 de octubre)

Podría utilizar la palabra pene, pero me parece por lo general más gráfica y acertada ésta para cuestiones no médicas. Y sé que es más fácil y agradable de leer un blog con fotos (con más fotos que éste), pero perdonadme que en este caso, de nuevo, no incluya foto. Estoy seguro de que es fácil de entender.

Todavía no me he acostumbrado a mi polla. Todavía la estoy conociendo. Tamaño medio, supongo. La línea recta perfecta suele ser una utopía en estos casos. Circuncidada a los casi dieciocho. Pocos detalles más para destacar. Aceptable. Quizás que suelo necesitar crema hidratante porque soy de piel sensible, y donde es más sensible, más. Físicamente también normalito. Desde que estoy en Chicago incluso un más delgado que de costumbre.

Todavía no me he acostumbrado a mi polla. Aún la estoy conociendo. Pensé que todo sería más sencillo. Pero no. Me ha tocado una polla entre torpe e inteligente.

Mi polla decide si es correcto. Mi polla decide cómo y cuándo. A mi polla hay que ganársela.

Como un perro con su amo, mi polla me obedece, generalmente, sin problemas, en privado. Pero cuando conoce gente nueva, hay que ganársela.

No basta con decirle: funciona. No hay que esperar que funcione porque sí.

Mi polla es la que decide si soy deseado, si la otra persona merece que la desee. Y puedo hacer lo que sea sin ella. Sin tabúes, sin escrúpulos. Soy limpio por naturaleza, pero con higiene y deseo no veo inconveniente en hacer cualquier cosa. Puedo hacer cualquier cosa con mis manos o mi lengua. Pero si se desea el servicio de mi polla, tengo, tiene que sentirme deseado. Tiene que sntir que la otra persona desea recibir placer tanto como darlo. Que la otra persona se esforzará sin esfuerzo para hacerme sentir cómodo, para excitarme, para colmar mi deseo.

Podría llamarlo "impotencia funcional". Pero no es cierto. Es más complejo y más complicado.

El mundo es muy complejo. Mi polla es también muy compleja. O no tanto.

Teóricamente diferencia amor de sexo, aunque no es seguro, en la realidad nunca ha podido demostrarlo.

Teóricamente no sabe de géneros, aunque no es seguro, con uno nunca se ha sentido inclinada a intentarlo.

Nunca ha podido diferenciar lo afectivo de lo efectivo. Nunca ha sido efectiva sin lo afectivo. Y no es cuestión de segundos, minutos, horas. Es cuestión de no tener prisa. De que ella se sienta segura, de que no sea una prueba, ni una comparativa, de que no haya prisa, de que ella esté segura de que la otra persona es la correcta.

No resulta nada útil, en apariencia. A mí, no me he beneficiado, no me benefica en nada. En principio. Tal vez, en un juicio por violación, si el juez me conociera, si el juez conociera mi polla, sabría que yo de ninguna manera puedo ser el violador. En una guerra no podría humillar al enemigo violando sus mujeres. Me temo que tampoco tengo presente ni futuro como actor porno. Pero tampoco puedo disfrutar con una persona si mi polla decide que así no es la manera, que la otra persona no se lo está mereciendo, que la otra persona no es la indicada. Que no la deseo o no me está deseando lo suficiente.

Mi polla es muy poco masculina, si entendemos por masculino lo que hasta hoy se ha entendido, lo que hasta hoy se entiende, por masculino.

A mi polla no le hace efecto el viagra, el cialis... O muy poco, a veces se deja engañar por instantes... Pero se acaba dando cuenta, y los desprecia sin miramientos. Otras veces, sin ellos, parece que los hubiera tomado. Todo depende de ella. De lo que ella piense.

Mi polla no es muy práctica para este mundo. Para este mundo moderno. A veces acabo harto de ella.

Peo hay en otros momentos en lo que creo que, me guste o no, acierta, es mejor radar que lo que otras partes de mi cuerpo, mi mente o mi corazón indican. Aunque tenga que ser, en ocasiones, demasiado sincera.

Porque, sí, a veces piensa antes mi polla que mi cerebro. Pero en mi caso es distinto.

Adiós tabúes masculinos. Adiós complejos absurdos sobre potencias e impotencias. Sobre machos dominantes. Voy a darle el beneficio de la duda.

Porque, cuando esa persona aparezca, cuando esa persona aparece, cuando esa persona reacciona correctamente por momentos, mi polla reacciona. Pero mi polla sabe que no vale por instantes, que no vale por momentos. Que hay que esforzarse de manera constante. Sin suplicar, sin rebajarse. No. Sólo con generosidad, entrega, honestidad, deseo.

Si, si mi polla percibe, si mi polla descubre eso, veremos de lo que es capaz mi polla, de lo que soy capaz, de lo que he sido capaz y no me han dejado por torpeza y egoísmo. Veremos todo lo que pueden ofrecer mi polla, mi cuerpo, mi corazón, mi cerebro.

Por qué me ponen tristes los Ikea 2 (viernes 5 de octubre)

Cojo la 294 hasta Schaumburg. Me sigue resultando un poco imposible no ponerme trise en el Ikea. La mesa roja que quiero todavía no ha llegado. Compro tres sillas, una alfrombra, otra especie de alfombra de plástico, seis vasos, dos mesitas, dos trapos de cocina, servilletas de papel rojas...

Y no puedo evitar sentirme de nuevo saturado por las miles de referencias, los miles de muebles, objetos, accesorios, ordenados de manera tan perfecta que, estando solo, buscando sin encontrar, sigo sintiendo que el que está descolocado soy yo.

Y sigo añorando mi primera visita a un Ikea cuando me siento agobiado entre sus pasillos infinitos, sus cajas de cartón, sus palés, sus número de referencia, sus pequeños lápices de madera, sus bolsas azules y amarillas, sus grandes carros metálicos, sus instrucciones de montaje...

Tengo que dejar de ponerme triste en los Ikea. Volveré dentro de dos semanas a comprar, de una vez, mi mesa roja.

Camino a Chicago vuelvo a perderme. Está anocheciendo. Me encuentro en una carretera secundaria entre lagos. Veo patos en el cielo rojizo emigrar al sur.

Sólo puedo preguntar cada vez que paro en un semáforo. No hay siempre alguien junto a mí. Suelen orientarme mal. Y no puedo evitar un ataque de ansiedad. Gritar yo sólo en el coche, blasfemar, acordarme de la misma persona...

Finalmente una mujer me indica bien la dirección a la izquierda con la manos mientras dice que a la derecha. Decido hacer caso a su mano.

Cojo la autopista a Chicago en dirección contraria. Pago autopista de ida y de vuelta para corregir el error. A veces, también la primera vez que vine al Ikea, cuando he venido hoy desde Waukegan, no puedo pagar porque sólo se puede pagar en monedas y sólo tengo billetes o porque apenas te da tiempo a ponerte en el carril para pagar en "cash".

Espero que por estas decenas de millas de más no tenga que morir ningún iraquí a la hora de la cena.

Tenía que haber llegado a mi apartamento sobre la ocho, llego a las nueve y media. Me quedo dormido sobre la cama.

Día de la Hispanidad y ni atisbo de cambios (viernes 5 de octubre)

Parece que, como sospechaba, no hay dioses, o éstos están muy despistados, o éstos y el destino creen que todavía debo pasar más pruebas... Desde luego mi coche no lleva buena carrera para salvar el mundo...

Aparqué el coche, después de hundir la puerta del todoterreno del vecino, el martes por la noche. Había carteles que avisaban limpieza para el 29 de septiembre.El miércoles dejé la nota en el todoterreno. El jueves por la noche probé unos segundos el motor para ver si arrancaba. El todoterreno no estaba. Hoy viernes, a las 5 de la mañana, veo un sobre en el limpiaparabrisas de mi coche. Es otra multa. Otros 50$. No sé cuándo la han puesto. En un árbol hay un pequeño cartel que avisa que limpiarán la calle el jueves de 0900am a 0300pm. Hay momentos que no sé si reír o llorar...

Hoy los periodos de clase son más cortos. A las 12:00 tenemos un acto para cerebrar el día de la Hispanidad. Los alumnos de mi "team" han estado pintando 22 banderas durante casi dos días. El acto es en salón de actos. Algunas palabras de mi compañero de "team", organizador del acto junto con una profesora americana de marido hispano.Primero mis alumnos dan la vuelta con las banderas. Luego otros veinte leen un poema de no sé qué poeta de manera descordinada. Hablan algunos representantes "representativos", valga la redundancia, de la comunidad hispana. Una pareja de bailarines profesionales baila algo latino. Un grupo con trajes tradicionales baila algo de Méjico. El reproductor de música para a veces. Se equivocan de canción. A ratos el gimnasio es una algarabía. Para finalizar habla la directora. Y acaba diciendo que salgan primero los del centro. Todos los alumnos se levantan a la vez y salen a a vez por todas las puertas. En fin...

Me voy al Ikea a intentar comprar la mesa y algunas otras cosas para el sábado

Mitología Clásica y Tranformers (miércoles 3 de octubre)



En la mitología clásica a veces las cosas más valiosas se presentan con forma humilde: Zeus con apariencia de mendigo, un viejo caballo que es un regalo de los dioses...


Este verano, un poco antes de venir a Chicago, una noche de ésas que me sentía triste y sólo, me metí en mi desesperación a ver "Transformers". En ella (de la calidad es mejor que no hablemos), al joven protagonista le regala su padre un coche de apariencia destartalada que resulta ser un robot que ha venido a salvar el mundo que transforma el coche en un deportivo... por supuesto, además de salvar el mundo, se queda con la chica estupenda (lo mejor seguramente de la película) del instituto...


No parece que sea ninguno de estos casos el de mi coche... esperaré a ver si ocurre algo.


A la salida de clase, tenemos reunión de profesores. Noto cierta ansiedad. No consigo evitar que se me nublen por momentos los ojos. A la media hora hay que dividirse por cursos y asignaturas. Como doy tres cursos y dos asignaturas, decido desaparecer sigilosamente, respirar y volver a Chicago.


Y digo que no creo que se se esté cumpliendo ninguno de los casos mencionados con mi coche. Y llevo unos meses en lo que la siempre dudosa justicia cósmica está pareciendo resultar más inexistente que nunca conmigo. Pero como no creo que los buenos gestos sean siempre pagados, que las personas buenas sean siempre recompensadas, que los gestos de generosidad sean correspondidos... pero no me gustaría que me hiciesen eso a mí, y me sentiré incómodo si no lo hago, al llegar a Chicago, le pongo un papel al todoterreno con mis datos y diciéndole que siento lo de la puerta.


Tal vez sea una prueba de los dioses, el universo o el destino, que piensan que ya me merezco un cambio.


Estaremos atentos.

Hundiendo puertas (martes 2 de octubre)

Vuelvo de Waukegan en tren con tres jóvenes americanas que trabajan como profesoras allí. Una es de Colombia, aunque ha vivido toda la vida en Miami hasta el año pasado que vino. Ayer, pese a que les llamé por la mañana, cuando me acerqué a las 8 de la tarde al Pep-Boys comprobé que se habían olvidado de mi coche. Hoy por la mañana me han llamado para decirme que le han cambiado la batería por una mejor. Comentan la posibilidad de cobrarme la grúa, el segundo análisis y la diferencia del precio de la batería. No se lo creen ni locos. La chica colombiana se ofrece a llevarme en coche hasta el taller. Me comenta que ella los primeros meses también lo pasó mal. Que también le daba miedo que le fallara el coche. Tiene un MiniCooper de techo solar de dos años. Exactamente igual que el mío.

Cuando llego al Pep-Boys al menos son inteligentes y, sin necesitar hablar con el manager, no me cobran nada. Me monto sin especial confianza en el coche. Voy hasta el banco para ingresar mi segundo cheque quincenal. Aprovechando el aparcamiento del citibank veo varias tiendas. En Wicker Park hay muchas tiendas de ropa vintage y de segunda mano... También entro en la tienda de "American Apparel", en la de "Urban Outfitters"...Sigo sin disfrutar yendo de tiendas, yendo a ciertas tiendas solo...

Ceno en el Holywood Grill y me dirijo a mi apartamento. Aparco junto a mi calle, pero ya no estoy seguro. Intento aparcar en mi calle, pero no, ahí no se puede. Vuelvo al sitio donde había aparcado al principio. Hay un cartel diciendo que, por limpieza de la calle, no se puede aparcar el 29 de septiembre. Bueno, es 2 de octubre...

Cuando el destino no me está esperando, ahí estoy yo, ahí está mi estúpida cabeza... doy marcha atrás sin mirar mucho y hundo la puerta del todoterreno que está aparcado en la acera de enfrente. No estoy como para papeles y seguros. Aparco y me meto en mi apartamento.

Un día más en Chicago

Montando muebles del Ikea, entre otras cosas (domigo 30 de septiembre)


Estoy montando el aparador/cajonera que compré el domingo pasado en el Ikea.

Ayer, sábado, fregué y adecenté el salón. Más tarde, sobre las diez, decidí llamar a mi compañera catalana para saber qué planes había. Bajan a Chicago, me avisa para decir adónde van. Cuando recibo su mensaje y, ya duchado, voy al coche, veo un sobre en el suelo. Lo compruebo. Sí, es mi matrícula. Y sí, es una multa:50$. Llevo 80$ en multas en dos días. He aparcado delante de un colegio. Hay una señal que indica no aparcar en días de colegio. Pero era fin de semana, así que... Curiosamente, unos metros más adelante, detrás de la ramas de un árbol, hay otra señal que dice que no se puede aparcar donde he aparcado. No me van a ganar. Rompo la multa y entro al coche. El coche no arranca. En fin. Hoy me han vuelto a ganar. Vuelvo a mi apartamento, me desnudo y me acuesto.

Hoy me he levantado a las nueve y media. He ido en bici al Pep-Boys, les he indicado que necesitaba una grúa (que claro, supondrían que no iba a pagar) y que lo volvieran a mirar. He llamado a la grúa que tienen contratada. Tardará una hora. A las dos horas no ha llegado. Vuelvo a llamar. Espero otra hora.

Y, en estos momentos, pese a todo, estoy montando el mueble de Ikea. Pensando que el destino, este país y los recuerdos no me van a ganar. Y consigo montarlo, pese a que yo suelo ser malísimo para todo tipo de trabajos físicos y manuales (no sé si hacer comentarios sobre la ambigüedad de esta frase). Y, por supuesto, pese a todo, no me siento orgulloso. Sólo lamento montarlo solo, haberlo montado solo, que la otra persona no lo haya visto, Esa otra persona que creo que lo hubiera valorado, que le hubiera hecho gracia, e incluso excitado. En este mi salón rojo, ya con una apariencia aceptable. Pero quizás ese sea el problema. Que esa otra persona se preocupaba más de estas cosas, de las apariencias, de los instantes, que de los sentimientos de la persona de enfrente, que de lo profundo (aunque los pequeños instantes sean también esenciales), que de lo importante.

Y me vuelvo a sentir solo en mi salón rojo con mi nuevo mueble de Ikea. Con mi nueva mesita de Ikea. Con mi nueva lámpara de Ikea.

Pep-Boys (viernes 28 de septiembre)

Salgo de la estación de trenes. Paro a comprar algo de comida en un establecimiento de comida rápida sin quitar la llave. Echo gasolina sin quitar la llave. Llego hasta Chicago. Paro en mi apartamento para coger el ticket de la batería sin quitar la llave. Voy hasta el Pep-Boys. Allí me dicen que primero tienen que hacer el ánalisis, que durará una hora, por 20$. Digo que de acuerdo, qué le voy a hacer. Aprovecho para comprar una antena de cuerno para la televisión que no he enchufado desde que la compré. Vuelvo, tardan un poco más, a la hora y veinte me dicen que es el alternador y la cinta de éste. 300$. Que en otra hora estará.

Me llama una de mis compañeras de Canarias para interesarse por mí (me había llamado ya otra vez mientras intentaba cargar la batería del coche en Waukegan). Me dice que van a ver a las 8 una película de Hitchcock en la filmoteca de Evanston. Le comento que a saber dónde estaré yo a esa hora. Aprovecho para comprar algo en el Stack&Van Til. Vuelvo. A las dos horas aún no han acabado. Me dicen que tienen algunos problemas con la cinta.

Veo anochecer de nuevo en un polígono en Chicago. Uno de los mecánicos se me acerca. Es de Puerto Rico. Grande, con la cabeza rapada. Me cuenta que toca en un grupo: reggaeton y esas cosas. Que intenta no meterse en problemas. Las gangas. Que en el sur de Chicago mueren dos o tres personas cada semana. Me cuenta cómo la semana pasada discutió con un policía al salir de una fiesta. Que le acusó de ser gangero por llevar tatuajes. Que le animó a pelearse, pero que él no era tonto. Que cuando se fue no estaban las llaves de su coche. Que le ha costado 200$ la nueva llave.

Se hace de noche. Llevo más de cuatro horas en este polígono. No consigo evitar que,a ratos, se me nublen levemente los ojos. Que piense en lo de siempre. Que me sienta solo en este país de autopistas, en esta ciudad de polígonos, con este coche que no funciona. No puedo evitar acordarme de lo de siempre. Salgo del taller a las 9. Me han hecho un descuento del 5% por la espera.

Voy a mi apartamento. Aparco. Me acuesto.

Por mucho que me empeño en vencer este país, al destino y los recuerdos, no está siendo fácil, no.

Cursos de formación y mi coche (y van... 2) (viernes 28 de septiembre)

Hoy no trabajo porque los maestros del distrito tenemos curso (cursos) de formación. Decido saltarme la bienvenida e incluso la presentación y coger el tren de las 7:38. Cuando llego a la estación de Waukegan mi coche, que me habían devuelto "arreglado" el miércoles, no arrranca... Me bajo de él, abro el capó y compruebo que sólo cortaron un trozo de cable de la batería y cambiaron las tuercas (lo que ellos llamaron conections). Lllamo por teléfono al concesionario. El mismo representante de ventas que me atendió me contesta que él ya me dijo lo que habían hecho. Que ya no pueden hacer más. Que tengo que pagar la reparación. Que si no hable con el "General Manager".

Hace un bonito día. Estamos a finales de septiembre, pero parece junio o julio. Intento decirme a mí mismo de nuevo que este país, que el destino o los recuerdos no me van a ganar. Voy pensando lo que decirle al "General Manager" mientras camino los 45 minutos que me distancian del concesionario (el próximo autobús llega en media hora y no merece la pena esperar).

No hay suerte, el "General Manager" no parece del todo razonable, incluso parece republicano. Le explico que es no es normal que un coche me falle cuatro veces en un mes, la última después de su "reaparación". Que sé que es sin garantía, pero que en un mes no es razonable. Que en Europa te dan mínimo un año para los nuevos y seis meses para los usados. Que no quiero meterme en sus negocios, pero que un concesionario oficial de Mazda no gana nada vendiendo este tipo de coches. Me contesta que no le merece la pena por 1500$, que son coches más bien para piezas, que ya sabe que Europa es un "país" muy antiguo donde todo es mejor, pero que él está en América y qu se siente muy orgulloso. Le respondo que yo también, que he venido para conocerla, pero que pensaba que los americanos estaban muy orgullosos de sus productos y de la atención al cliente. Responde que, total, el vende coches japoneses. No hay manera. Sus únicas ofertas son cambiármelo por otro coche o recargármelo, repararlo (supongo que esta vez de verdad) y hacerme un descuento sobre la reparación. por lo que sea no me fío. En un principio acepto que lo repare. Pero me echo atrás. Ya estoy harto. Le digo que muy bien, que más que en América me siento en Tánger, en el Norte de África y que utilizaré el sistema americano, que usaré un abogado (sé que no es verdad, pero ya estoy harto) y que, por supuesto, ningún profesor en Waukegan comprará un coche allí. Me dice que muy bien, que lo haga, y que se lo diga a todo el mundo. Me voy del concesionario. Qué vida...

Voy a la "High School" donde son los cursos. Me inscribo. Parece que con eso vale. Creo que no tengo muchas ganas de quedarme. Este tipo de cursos, por lo general, son igual de útiles en todo el mundo. Saludo a mi mentora y se lo comento. Parece entenderme. Veo a mi compañera catalana y una conocida americana que ha venido trabajar aquí desde Indiana porque vino su esposo a trabajar a un "college". Tomo la manzana y el agua que nos han dado con una bandejita de "lunch" con ellas mientras me quejo un poco de todo en soleados jardines.

Cuando llego de nuevo a la estación de trenes de Waukegan para ver qué hago con el coche me encuentro dos multas. Una por no haber puesto ticket por la mañana y otra por estar mal aparcado (sobre unas líneas amarillas donde aparca todo el mundo). La primera son 5$, la segunda 25$. Veo al chico que las está poniendo. Le explico lo de mi batería. Él no tiene "jumper cables". Que las reclame en internet.

Pido ayuda a varias personas que tampoco tienen "jumper cables". Un taxista de origen indio (de la India) me pide diez dólares por hacerlo y me pregunta si tego mucha prisa, porque parece que tiene una carrera. Desisto. Un chico negro me comenta la posisbilidad de cargármela poniéndola en su coche. Al final me manda a tres mejicanos muy simpáticos que me la intentan cargar con su furgoneta. No parece cargarse. Me dicen que, como es de marchas, se puede arrancar empujando. Me veo empujando mi coche con dos mejicanos estación arriba, estación abajo, mientras un tercero intenta arrancarlo. Tampoco. Al final consiguen caragármelo con las pizas. Me dicen que tal vez sea el alternador, y que me convendría cambiar la batería. Que vaya al Pep-Boys. Les digo que vivo en Chicago y que prefiero ir allí que dejar de nuevo el coche sin ticket en la estación. Me responden que si paro el coche no saben si arrancará de nuevo. Les doy las gracias varias veces y me despido de ellos. En la furgoneta llevan una gran pegatina que dice: "We support our troops".

Yo como "maestro" (jueves 26 de septiembre)

Llevo un mes como maestro en la "Jefferson". No sé aún qué decir de la experiencia. Mi estado de ánimo no ha sido ni es el mejor para afrontar la tarea, la verdad. Y el sistema norteamericano, de Illinois, de Waukegan es, siendo benévolos, curioso.

Cada mañana debo llegar a las 7 para no tener clase hasta las 8:48. A las 7, el primer periodo, ni siquiera puedo entrar en mi clase, porque hay otra nueva profesora nueva dando arte. A partir de las 8:48 tengo siete periodos, siendo el sexto, cuando los chic@s se van al "lunch", para el "team meeting".

Cada día hay un mínimo de cuatro papeles nuevos en mi casillero para cuestiones varias. La mayor parte de ellas con apenas importancia. Las que tienen importancia se esconden entre el resto.

Los miércoles tenemos reunión de maestr@s con la directora para cuestiones varias, la mayor parte de ellas consistentes en que algun@s de ell@s diga cualquier cosilla que han hecho en clase y lo bien que les ha salido y el resto aplauda con emoción (no muy real, por otra parte). Se nos habla de que va a ser el día de puertas abiertas, el día de la hispanidad, el día del cáncer de mama, del abuelito (todos ellos son ejemplos reales).

L@s alumn@s tienen que ir con "dress code", fajados (con los polos por dentro del pantalón), llevar una agenda cada vez que van al baño, odernarse en filas en la cafetería... En apariencia todo muy rígido y displicinado, para que tengan bastante poca disciplia y consigan unos resultados académicos bastantes malos... más los de "bilíngüe", claro...

Yo tengo que preparar a la semana seis clases diferentes para las asignaturas de "social studies" y "science" para los cursos 6º,7º y 8º. Yo que soy licenciado en filología hispánica. Curiosamente, mi mentora sólo tiene que preparar cuatro. ¿Por qué? Porque tiene poca gente para las clases "bilíngües", sobre todo para los niveles de inglés 1, 2 y 3 y ahí estamos los españoles, llenando huecos...

Luego está Waukegan, cuyo distrito es uno de los peor organizados y donde menos pagan.
¿Y yo con l@s alumn@s? Es complicado de decir. Digamos que l@s que mejor se portan son los de 6º, después los de 7º y finalmente los de 8º. La mayor parte de ell@s apenas habla ingles, pero lo que es peor, lee mal y escribe peor en español. Yo debería dar toda la materia con libros en inglés, pero gran parte de ellos están en español. Cuando conoces a sus padres, o lees un nota de éstos, ves que su español no es mejor.

Y, claro, su comportamiento. Los mayores creo que ya se saben, se perciben marginados. Saben que sin inglés no van a ninguna parte, o a la misma que sus padres, malos trabajos para hispanos sin papeles (la mayor parte de los padres de mis alumn@s no tienen papeles). Y por otra parte, prefieren sentirse parte de la comunidad hispana ilegal, en la que pueden ver referentes... Poque aprender inglés y esforzarse supone, nunca mejor dicho, un esfuerzo mayor...

Yo todo eso lo entiendo. Pero, a veces, cuando ves que ni saben, ni escuchan, ni atienden... que su comportamiento es peor (yo creo) que el de la mayor parte de los alumn@s españoles, que son incapaces de prestar atención más de 5 minutos... Pierdo un poco la paciencia. Sobre todo con los mayores. Y yo que había llegado o intentado llegar como el profesor español enrollado, me estoy teniendo que hacer un poco cabrón.

Y mi estado emocional no beneifica. A veces tengo la cabeza en otras cosas, en otros momentos, en otros lugares, en otra persona... A veces se me nubla la vista involuntariamente... A veces estoy desenado que acabe el día nada más empezar.

Hoy he puesto las primeras notas. Eran sólo referencias, a través de un formulario en internet, sobre su nivel con respecto a la clase, si entregan o no las tareas, si se comportan bien. En 7º y 8º he sido estricto con el deseo de que algunos padres quieran hablar conmigo y hablar sobre sus hij@s.

Veremos cómo va, cómo me va, cómo les va, cómo me siento con el tiempo.

Espero, como en todo, que todo mejore.

Mi coche. Y... (lunes 24 de septiembre)

Son las 3 de la tarde. Estoy comiendo "Red Snapper" a la naranja en un restaurante mejicano que en cualquier lugar de España sería un bar de copas. Mientras como suena rap a un volumen bastante alto y hay cuatro mejicanos que toman copas y combinados.

He parado a comer camino de la gasolinera. He intentado coger el tren de las 3:10. Acababa de entregar el "lessons plan" de la semana. El coche hace ruido, pero no arranca. Volviendo de Schaumburg no eché gasolina para llegar lo antes posible a Chicago. Tampoco cuando he venido hoy a Waukegan. Así que camino hasta la gasolinera más cercana para intentar que me den un bidón. De camino, entro en este lugar a comer.

Compró un bidón por 5$ y echo tres galones de gasolina. Vuelvo hasta mi coche. Tampoco arranca. Miss XXX, mi mentora, va a coger su coche cuando me ve intentando arrancar el mío. Me dice que no es la gasolina, que es el "starter". Una persona de mantenimiento de la escuela, que también se iba ya, me vuelve a recargar la batería con los "jumper cables" de su furgoneta. Me dice que no pare el motor, que no sabe si volverá a arrancar. Conduzco hasta el concesionario.

En el concesionario le hablo a un hispano de ventas. Le hablo molesto por un coche que compré hace menos de un mes y que falla cada cuatro días. Me dice que lo compré así, sin garantía, que no lo sabían, que debería pagar el 50% de la reparación, pero que en cualquier caso les de "el chance" de mirarlo y ver si lo pueden arreglar e una manera sencilla... A la salida hablo también con Joe Pérez, el comercial que me lo vendió. Vuelve a mencionarme que se lo pensaba comprar a su hijo. Qu espere a ver qué pasa después de que lo revisen...

En Washington St., mientras espero el autobús que me baje hasta la estación, hay un accidente de coche.