miércoles, 28 de mayo de 2008

Recetas de Venlafaxina y Lacan (martes 27 de mayo, madrugada del 28)

Caen pequeñas gotas de lluvia cuando entro al centro de salud de Raval. Mientras espero entre varios pakistaníes veo de nuevo los carteles en catalán, castellano y urdu apara evitar a sarna o las lumbalgias. También, no sé por qué, las mismas fotocopias en castellano para evitar el estreñimiento.

Mi médico es muy joven y amable. Me pregunta cómo estoy. Le comento que tengo cita para el 11 y que, por eso, hasta entonces, necesito más recetas. Hablamos de cómo la última vez el mismo farmacéutico me las cambió porque no había venlafaxina de 150mg genérico. Le comento que soy pro genéricos, que no me importa tomar más cápsulas. No es necesario, me hará recetas con la marca comercial.

La venlafaxina que tomo desde Chicago no parece que me haya hecho excesivo efecto. Aunque hoy, sin tomarla desde el domingo me dolía algo la cabeza y he caminado triste por el Raval. Pero parece que la venlafaxina, al menos en mi caso, no es ningún vellocino ni Grial.

Compro la venlafaxina, una pepsi, el diario Público, cojo el metro en Paral-lel. Dejo sentarse a una joven con melena cortada de manera cuadrada y aspecto un tanto nórdico que entra amamantando a su hijo. Bajo en Lesseps.

Después de caminar durante un rato localizo la Clínica Psicoanalítica de Orientación Lacaniana. Me gusta pensar que acaba de salir de ella una chica preciosa con larga melena morena. La secretaria me apunta en la lista de espera. Me comenta que en mi caso es positiva mi total disponibilidad horaria.

Aquí estoy, apuntándome en la lista de espera de una fundación que hace psicoanálisis gratuito (de orientación lacaniano) durante cuatro meses…

Vuelvo andando por el Paseo Sant Joan, Diagonal, la calle Mallorca, el Paseo de Gracia. Paro en La Casa del Libro cuando están casi cerrando. Compro un libro sobre los amores que conviene evitar.

En el metro de vuelta hay una chica muy guapa con un ipod negro que mira con ojos tristes a través de las ventanas. Lleva un abrigo negro de una marca inglesa que en Valladolid suelen llevar las personas de derechas (la propia marca parece seleccionar sus modelos más rancios y conservadores para el centro de España). Pero este es muy bonito. Como sus piernas que terminan en unas botas negras. O la melena castaña presa en un moño. Al levantarme en Paral-lel se me cae mi mucho más pequeño ipod blanco al suelo al intentar que no se me caiga nada.