sábado, 24 de enero de 2009

Días de Trankimazin (viernes 23 de enero, madrugada del sábado)

Despacio. El tiempo con trankimazin pasa despacio. Con un 1 mg ni se da cuenta. Con 2 mg comienza a ralentizarse, aunque no demasiado. También mi cuerpo se ralentiza. También mi mente.

Y camino despacio, aunque no demasiado, con 1 mg de trankimazin, cuando paseo con mi perro, cuando voy a la biblioteca.

El sueño. Con 3 mg de trankimazin me vence el sueño. Y con 5. También puede influir el que haya doblado primero y luego triplicado la dosis de lantanón (30, 60, 90 mg). Puede ser. Y por eso no me da tiempo a leer todos los periódicos que compro, todos los libros que compro o cojo en la biblioteca.

Despacio. Los días con trankimazin pasan despacio. Aunque sólo aparentemente. Fuera de mí, en mi mismo cuerpo, siguen chocando millones de átomos, la gente sigue tomando copas en los bares, hay hombres negros que llegan a ser presidentes de los Estados Unidos, y cuerpos que se abrazan y personas que viven lo que más tarde serán recuerdos.

Porque sí. Despacio. Los recuerdos con trankimazin chocan en mi cabeza despacio, el presente, fugazmente, para ser pasado despacio, el dolor sabes que está ahí pero sólo puede moverse despacio.

Hasta escribo esta misma entrada sin ganas, lentamente, despacio.

Porque sí, los días de trankimazin son días que pasan despacio hasta que son acunados dulcemente por el zolpidem y se duermen sin darse cuenta, también despacio.