viernes, 24 de octubre de 2008

Jt-hye in Soho (viernes 24 de octubre, madrugada del sábado)

Son las seis y media de la tarde y utilizo de nuevo mis superpoderes para enviar un mensaje y retrasar media hora la hora de la cita.

He quedado con una chica coreana que se define físicamente como no delgada como suelen serlo las mujeres asiáticas, pero tampoco gorda. La verdad es que dudo en cancelar la cita, hoy no me he levantado con muchas ganas de nada, pero pienso que seguramente es mejor salir, y conocer a una persona nueva, ir quizás a algún sitio nuevo de Hong Kong, conocer tal vez otras cosas y otras personas.

Jt-hye es una chica simpática. Tiene 24 años y está trabajando por primera vez de manera retribuida para una de las mayores empresas de cultivo y venta de algodón para empresas textiles del mundo. Lleva un bolso Loewe y una chaqueta que luego confesará, hablando del mundo de la moda y sus diferentes marcas, que es de Zara.

Jt-hye no parece que me vaya a enseñar mucho de Hong Kong, porque ha llegado hace sólo una semana. Sugiero ir al Soho aprovechando que es viernes por la noche. Cuando llegamos en el metro me desoriento un poco. Tras algunos minutos y preguntas, llegamos y sugiero nuevamente ascender hasta la cima de la escalera mecánica. Al llegar arriba, después de unos quince minutos, no parece haber ningún mirador, sólo enormes rascacielos con verjas doradas y portero.

Los tacones de Jt-hye la animan a que cojamos un taxi para volver al Soho. Pasamos el resto de la noche en bares rodeados de británicos y perros muy bien educados. Jt-hye ha recorrido media Europa. Ha estado en otros lugares de Asia y en Nueva York. Participó en la organización del desfile de Custo en su Semana de la Moda. Pero, curiosamente, no hace ademán de pagar nada en toda la noche. Pienso, como tantas otras veces, en cómo conservan y mejoran su lugar, cediendo en elegancia, muchos hijos e hijas de la clase media

Pensando en cómo volver, nos anima a espera al último autobús una chica en una calle de Central. Es de Hong Kong y vive también en Caseway Bay. Gallie, no sé si tras una larga noche de bares, o por personalidad, derrocha simpatía. Nos pregunta de dónde venimos, qué hacemos, nos habla de Hong Kong. No sé si piensa que somos pareja. Pese a todo, al llegar al despedirnos en Times Square, se anima a darme su teléfono por si necesito ayuda o quiero ir a algún restaurante chino donde no entienda la carta.

Acompaño a Jt-Hye al edificio de su “service apartment”. Vuelvo a mi apartamento pensando. Vuelvo a sentirme un poco solo.

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