Aquí estoy. Aquí llevo más de 20 días en esta mi ciudad, esta pequeña capital de una Comunidad Autónoma (o región o lo que sea) sin fin y sin gente. Intentando disfrutar de la serenidad de la quietud y los deseos y atenciones imperfectos de la familia.
Nada notable ha ocurrido. Los planes siguen siendo los mismos.
He visto con una vieja amiga esa obra de arte llamada Wall-E.
He tenido algunos sueños desagradables con extrañas imágenes que la biografía “resumida” de Freud de más de 600 páginas que aún no he comenzado a leer aún no me ha enseñado a desentrañar. Otros mucho más descifrables.
He decidido prescindir del zolpidem para dormir y el sueño me tarda en llegar. Cambio la sertralina por el hipérico.
Paseo por supermercados.
Compro algunos días hasta tres periódicos.
Leo y me informo sobre drogas, psicoactivos, marcas blancas, mi próximo destino geográfico y vitaminas.
Aún no me reencontrado como ser humano y aún no me he reencontrado con su género.
He visto a un cangrejo rojo sacudirse, retorciéndose de espaldas en el mostrador de una pescadería, mientras una caja le aprisionaba una pinza. Y me he quedado sin saber qué hacer, mirándolo durante un minuto en la puerta, cuando volvía con mi perro de la biblioteca.
Pero los planes siguen siendo los mismos. Hong Kong. Y encontrarme, reencontrarme como persona, recontarme con el resto de las personas. Encontrar una nueva vida y ser feliz en ella.
Y mientras ultimo los últimos detalles, actualizo este en el piso de mi hermano y su pareja, desde el ordenador de ella. Mientras leo en las noticias que la bolsa se hunde y los gobiernos neoliberales se hacen extrañamente keynesianos e intervencionistas para salvar al capital y a sus dueños.
El mundo sigue siendo muy complejo y este blog raído, confuso y arrítmicamente actualizado es todo lo contrario de lo que debería ser un blog. Supongo.
lunes, 22 de septiembre de 2008
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