lunes, 22 de septiembre de 2008

Breve, espero, inercia (domingo 22 de septiembre, madrugada del 23)

Aquí estoy. Aquí llevo más de 20 días en esta mi ciudad, esta pequeña capital de una Comunidad Autónoma (o región o lo que sea) sin fin y sin gente. Intentando disfrutar de la serenidad de la quietud y los deseos y atenciones imperfectos de la familia.

Nada notable ha ocurrido. Los planes siguen siendo los mismos.

He visto con una vieja amiga esa obra de arte llamada Wall-E.

He tenido algunos sueños desagradables con extrañas imágenes que la biografía “resumida” de Freud de más de 600 páginas que aún no he comenzado a leer aún no me ha enseñado a desentrañar. Otros mucho más descifrables.

He decidido prescindir del zolpidem para dormir y el sueño me tarda en llegar. Cambio la sertralina por el hipérico.

Paseo por supermercados.

Compro algunos días hasta tres periódicos.

Leo y me informo sobre drogas, psicoactivos, marcas blancas, mi próximo destino geográfico y vitaminas.

Aún no me reencontrado como ser humano y aún no me he reencontrado con su género.

He visto a un cangrejo rojo sacudirse, retorciéndose de espaldas en el mostrador de una pescadería, mientras una caja le aprisionaba una pinza. Y me he quedado sin saber qué hacer, mirándolo durante un minuto en la puerta, cuando volvía con mi perro de la biblioteca.

Pero los planes siguen siendo los mismos. Hong Kong. Y encontrarme, reencontrarme como persona, recontarme con el resto de las personas. Encontrar una nueva vida y ser feliz en ella.

Y mientras ultimo los últimos detalles, actualizo este en el piso de mi hermano y su pareja, desde el ordenador de ella. Mientras leo en las noticias que la bolsa se hunde y los gobiernos neoliberales se hacen extrañamente keynesianos e intervencionistas para salvar al capital y a sus dueños.

El mundo sigue siendo muy complejo y este blog raído, confuso y arrítmicamente actualizado es todo lo contrario de lo que debería ser un blog. Supongo.