martes, 25 de marzo de 2008

Charla entre capitanes (lunes 25 de marzo, madrugada del 26)

La Semana santa ha terminado. Esta semana santa ha terminado. Y ha sido mejor de lo que esperaba. Tal vez el comienzo de un ciclo para comenzar otro. Tal vez el fin de un error para comenzar otro. Tal vez ha sido sólo unos días más de una vida cualquiera…
La Chica Dulce ya se ha ido. La Chica Dulce que podría convertirse en la Capitana Modosilla pero que se quedará en Chica Dulce. La Chica dulce cuyo inconsciente contonea las caderas. La Chica Dulce que olvida pendientes, cables y cargadores… La Chica Dulce, “Modosilla, pero con una buen par de …”, según la Capitana Golfa. La Chica Dulce y “plorera” que provoca placenteros ataques epilépticos de apoplejía. La Chica Dulce y sus alvéolos. La Chica Dulce y su lengua.

Han regresado el Capitán Honestidad y la Capitana Golfa. Cargados de cajas desde Valladolid. Cargados de parte del piso de ella, que vino a intentar hacer menos necesariamente honesto al Capitán Honestidad. Porque lo deseó. Porque no pudo evitarlo. Se acuesta pronto porque mañana tiene que trabajar temprano.
El Capitán Honestidad y el Capitán Idiota se quedan conversando frente a una televisión muda. Pasados comunes, psicoanálisis, la familia, cómo enfrentarse a la vida, a la felicidad, a una pareja… en el fondo todos buscamos lo mismo, supongo.
El Capitán Idiota recomienda no ser idiota al Capitán Honestidad. Que valore que una mujer deje su empleo, su ciudad y su casa para vivir con él. Que una mujer con sus cosas desagradables y sus defectos deje su empleo, su ciudad y su casa para vivir con él. Porque todos tenemos cosas desagradables y defectos, pero no todos dejamos casi todo para estar junto a una persona.
El Capitán Honestidad recomienda ser honesto al Capitán Idiota. Que piense que, entre dos personas mayores de edad, ambos son responsables de sus actos. Que lo que empieza, sea como sea, de la manera que lo haga, no se sabe cómo terminará. Que todo depende del límite que tengamos de sufrimiento o de hacer sufrir. El Capitán Idiota tiene una escasa resistencia al sufrimiento, pero también una escasa resistencia a hacer sufrir. Y todavía está buscando su seguridad, su camino y su mente.

Pese a todo, esta noche, escribiendo esta nueva entrada en este blog, se siente mejor. No sabe si por el paso del tiempo, si por saber que cuenta con un grupo de peripatéticos superhéroes o por la Chica Dulce. Seguramente por todos ellos.

sábado, 22 de marzo de 2008

Capitanes intrépidos idiotas (o capitanes idiotas intrépidos) y chicas dulces ( sábado 22 de marzo)

El mundo es muy complejo. Sí. Y muy absurdo. Y el Capitán Logos sigue siendo idiota.Viene la chica de Valencia. Una chica tan dulce como su voz. Idiota como el Capitán Idiota. La Chica Dulce, como buena chica, ha viajado a Madrid. Curiosamente está en Barcelona. La recibe el Capitán Idiota.En el metro el Capitán Idiota y la Chica Dulce sonríen a una niña de apenas cuatro meses. Se llama Lúa, un nombre portugués. Lo dice su padre, un chico de apenas 18 años, su mujer igual o más joven, tal vez brasileña. El Capitán Idiota hace bromas sobre los panes bajo el brazo y los 1500 euros que ha conseguido por nacer a tiempo. El chico comenta que la verdad es que Zapatero se porta, no como Rajoy, que han metido el dinero en una cartilla y que se lo darán cuando cumpla 18 años. Ojalá puedan hacerlo. El Capitán Idiota está de acuerdo sobre lo de Zapatero. Hace una nueva broma sobre la niña de Rajoy. Ellos, dice el chico, se bajan en "Pueblo Seco". La niña sonríe. Barcelona.Cenan. Se reúnen con la Capitana Golfa, el Capitán Honestidad, su hermana y el amigo de Poble Sec. La Capitana Golfa transmuta en bruja y les lee las cartas en el piso. El loco, el comienzo y el fin, el señor que dirige su destino. Disfruta. Deja que te quieran. No hagas esperar demasiado. Se van a las 8 a Valladolid. El Capitán Idiota y la Chica Dulce se quedan en Barcelona. Duermen. Pasean. Ven dos veces el Drácula de Coppola.Qué sencilla sería la vida si fuera sencilla. Cuánto pueden influir los primeros años, la familia. Cómo se parecen todos los errores de todos los humanos. Algunos errores de algunos humanos. Cómo se encuentran capitanes idiotas y solitarios.Por qué siento que engaño a alguien. Que me engaño. A qué, a una promesa que nunca fue, que sólo fue promesa. A una mujer que nunca fue verdad, que nunca fue sincera. A qué, a quién engaño: ¿A ella?, ¿a la Chica Dulce?, ¿al Capitán Idiota?Si todo fuera sencillo, si la vida fuera sencilla, si supiéramos por qué elegimos unos átomos y no otros, unos ojos, unas formas... Si pudiéramos decidirlo. Si la promesa hubiese sido tan dulce como la Chica Dulce en las noches y las camas hubiese sido algo más que una promesa. Hubiese sido más sencillo. Quién sabe si hubiese sido feliz.El Artista Ciclotímico llama. El Capitán Idiota manda un mensaje al Capitán Honestidad. El Capitán Honestidad llama al Capitán Idiota. El Capitán Idiota manda un mensaje al Artista Ciclotímico. El Artista Ciclotímico llama al Capitán Idiota. El Capitán Idiota recibe y manda un mensaje a la Capitana Golfa. Parecen felices por él. El Capitán Idiota sigue estando idiota, no sabe si es más intrépido o más idiota. Aún necesita encontrarse. El Capitán Idiota no quiere hacer daño a nadie. No quiere hacer daño a la Chica Dulce. No quiere hacerse daño. La Chica Dulce está durmiendo la siesta. La Chica Dulce despierta.

jueves, 20 de marzo de 2008

“Semana santa” (miércoles 19 de marzo, madrugada del 20)

Ya es “semana santa”. Este año es muy pronto. Demasiado pronto. La siento demasiado pronto en todos los sentidos. Por supuesto, hace décadas que dejó de tener un sentido religioso para mí. Más o menos hace dieciocho años, cuando dejé de ver como realista la existencia de dios. Del dios judeocristiano. Prácticamente de cualquier dios. Cualquier dios antropomórfico e inteligible. Cualquier dios que sea algo más que el devenir de años y átomos. Puedo estar equivocado. No me importaría. Pero no encuentro demasiados motivos y/o pruebas para pensar en ello.

Pese a todo, incluso después de este cambio en mi forma de ver y entender la existencia, seguí viendo con curiosidad las muestras de la herencia cultural judeocristiana en mi austera y sangrienta versión castellana, seguí y sigo disfrutando de las películas más o menos históricas, del género “peplum” y relativos… De la misma manera que me sigue interesando el mensaje de Cristo, fuera quien fuera, aunque sea en sí mismo imposible de llevar a la práctica… Y me pareció igualmente curiosa la práctica luterana en Noruega, cuando realicé el “scan-rail” durante mi estancia erasmus, ver las calles de Oslo desiertas en “jueves santo” frente al bullicio y el ir de copas católico, incluso en la austera capital de Castilla.

Pero los últimos dos años fueron distintos. Estos últimos dos años que han provocado la existencia de este blog narcisista y egocéntrico. De este blog que, de momento, vuelve a sí mismo como un boomerang idiota.

Hace dos años viví momentos de felicidad que estallaron en mi mente y mis manos. Creí y me dejé enamorar absurdamente por la imagen de la niña de las marismas. Recorrí y recorrimos más de una y de cinco veces las rotondas del éxtasis. Experimenté taquicardias humorísticas y placenteras. Me inventé o creí ver a la niña de la guerra civil, parece que ya definitivamente muerta. Y hubo, como siempre, también momentos de decepción y angustia. Momentos ridículos como sólo los humanos podemos permitirnos. Pero también momentos de felicidad que estallaron en mi mente y mis manos.

Hace un año (las fechas no son precisas, esta semana santa es demasiado pronto), ya más realista, más decepcionado, pero todavía idiota, conocí lo que es ir a Tánger como cualquier marroquí. El simpático racismo de la empresa ALSA. Cómo se puede tardar más de tres horas en cruzar el Estrecho en un ferry lento. Revivir en los ojos y la mente las escenas de los inmigrantes italianos viajando a América. Comprobar cómo España y Marruecos, cómo los españoles y los marroquíes nos parecemos más de los que le gustaría a algunos. Pero ya los momentos de decepción y angustia fueron mayores. Aunque seguí palpando una mano, creí que un corazón, un cuerpo. Seguí sintiendo la leve esperanza de una llama. Pero el vacío fue creciendo. La sensación opresiva en el pecho.

De estos dos años queda esto. Este blog. Por fortuna mis compañeros de viaje a Sanlúcar, que siguen siendo mis anfitriones. La sensación opresiva en el pecho.

Y esta semana santa se presenta muy distinta. Viene a verme a Barcelona una chica de voz dulce a la que apenas conozco más allá de su voz, más allá de sentimientos y experiencias comunes, y a la que seguramente estará bien conocer. Y sé que debería dejar de añorar los últimos dos años, que debería disfrutar de lo que la vida me ofrece. Disfrutar con esta chica/mujer de estar vivos, ser aún jóvenes. De una ciudad como es Barcelona, de este piso céntrico junto a un barrio tan interesante como es el Raval. Debería hacerlo. Y aunque mi mente sigue idiota, aunque todavía no he conseguido dejar de añorar lo que nunca fue bueno, una promesa de algo que nunca existió, lo intentaré. Veré el “Drácula” de Coppola intentando pensar sólo en el presente o incluso en el futuro. Beberé una pepsi pensando que es posible.

La felicidad según Coca-Cola (miércoles 19 de marzo)

Coca-Cola tiene razón. La felicidad, cuando es de verdad, es muy simple y sencilla. Pero ha hecho una encuesta para demostrarlo. Y ha comprobado que las personas más felices tienen pareja, empleo y entre 26 y 35 años. Claro. La felicidad no es mucho más. Ni mucho menos.

La felicidad no es mucho más que encontrar a otra persona. Tener un cuerpo aún joven y de cierta belleza. La felicidad no es mucho más que disfrutar con un trabajo. Incluso no vivir a más de 15 minutos de él. No ser rico, aunque tampoco pobre. Desear y poder tener hijos, aunque en general, tampoco demasiados. La felicidad no es mucho más. Pero tampoco mucho menos. Porque todo esto es mucho. Y no es simple ni sencillo obtenerlo. El mundo es muy complejo y la felicidad es muy simple, ése es el problema.

Muchas veces he pensado que el mejor comunismo (siempre imposible) sería aquel que nos permitiera vivir a todos como burgueses de clase media. Incluso media baja. Pareja, una casa, hijos, un árbol (tal vez un libro), un perro. La imagen simbólica y simbolista de cualquier película estadounidense. La Coca-Cola, aunque nos pese, tiene razón, ése es el problema.

Y puede haber más cosas, pero son secundarias… Matices, nombres, formas de la felicidad.

Ya he comentado otras veces que a mí las drogas, tanto las legales como las ilegales, no me hacen mucho efecto. Ni me han provocado, hasta el momento (y con un consumo muy moderado), adicción. La única a la que podría considerarme adicto es a la cafeína disuelta en un refresco de cola. Aunque siempre he preferido la Pepsi. Pero hoy la Coca-Cola, la que ocupa este bote junto a mi portátil ya de madrugada, tiene razón.

sábado, 15 de marzo de 2008

Iván Ferreiro y los días idiotas (viernes 14 de marzo)

Hace dos días me descargué el último disco de Iván Ferreiro, Mentiroso, mentiroso (lo ha colgado él mismo para que se lo baje quien quiera desde su página oficial). Hace algo más de año y medio que lo escucho mucho. Antes había comprado alguno, como Ultrasónica de Los Piratas, que creía que tenía algunas canciones interesantes, pero no lo había escuchado en exceso. Después ya sí. Influenciado por otras personas, por otra persona, claro… Por otros sentimientos que despertaban sentimientos en mí. Buenos y malos. Sentimientos que han variado. Sentimientos que no me importaría olvidar, transformar en otros mucho más llevaderos y livianos. Todavía me hace sentirme idiota escuchar algunas canciones de Iván Ferreiro. De Canciones para el Tiempo y la Distancia. De Las 7 y Media. Una o dos de este Mentiroso, mentiroso. Aún recuerdo el disco Relax de Los Piratas sonando en el coche camino de Sanlúcar. El mejor título (su mejor disco, creo incluso objetivamente) para el mejor momento Parece que sus discos definían y predecían, definen y predicen con sus títulos, mi vida y sus acontecimientos.

Hoy, no sé si por ello, por los motivos de siempre supongo, estoy un poco idiota. Apenas hago nada por la mañana. Por la tarde voy al cine con mis amig@s, pero decido volverme pronto al piso. Escribo esta nueva entrada en el blog…

miércoles, 12 de marzo de 2008

Cenas y Picasso (martes 11 de marzo, madrugada del 12)

El lunes viene un amiguete músico, imprevisible y algo ciclotímico. Por fortuna está en su punto alto. Viene a ensayar una ópera. Nos invita a cenar a un curioso restaurante donde nos atiende una camarera de Tarifa. Nos invita a alguna cosa más de dudosa (o no tanto) legalidad. Acabamos en una discoteca propiedad de un conocido presentador televisivo donde nos dejan pasar por conocer a los cantantes de flamenco que están actuando. Al poco volvemos a casa porque todos, menos yo (todavía), tienen que trabajar temprano al día siguiente.

Al día siguiente me llama a las tres para comer e ir al Museo Picasso. No me da tiempo a la comida, pero quedo a las cuatro para ir al museo. El museo, sin ser (supongo), el mejor, es aceptable. Pese a riego de parecer inculto, he de reconocer que Picasso no es el pintor que más me emociona. Reconociendo su genio, me resulta un tanto excesivamente frío y matemático. Aunque es evidente que, al ver sus diferentes épocas que, a diferencia de tanto supuesto “artista contemporáneo”, podía pintar cualquier cosa de cualquiera manera. Era él el que escogía pintar cuadros en ocasiones por poco indescifrables. No era la “obras indescifrables” las que le escogían a él.

También es curioso ver cómo, cuando uno es considerado un genio, esta sociedad le permite y permitía estar durante seis meses pintando decenas de versiones de un cuadro clásico con formas imposibles y colores estridentes. Algo que de otra manera, con otra consideración, habría sido considerado obra, obras, de algo parecido a un esquizofrénico. Ahora, esas obras esquizofrénicas, valen millones.

Descubrimos en sus estudios sobre las Meninas que Mariscal encontró/ideó/copió a su Coby en/garcias a/de ellos. Que Picasso reprodujo a su teckel y no al mastín original del cuadro.

Él no deja de ver mujeres con las que le gustaría follar. Hay muchas estudiantes y jovencitas extranjeras. Va de sala en sala, de Picasso a ellas y de ellas a los órganos de la Iglesia de Santa María del Mar de manera vertiginosa e irreflexiva.

Después quedamos con la novia de uno de los compañeros de la comuna. Caminamos hasta la Barceloneta. Nos sentamos en la playa. Él se acerca a la orilla y mete los pies en el agua. Anochece. Le llama su productor. Tiene que reunirse con él. Nos deja. Regresamos al piso para encontrarnos con los demás.

Acabaremos todos tomando una última copa en un bar histórico del Raval, propiedad de un primo de nuestro compañero de comuna y su novio, donde ha rodado una escena Woody Allen para su última película. Después de haber cenado en un restaurante del Raval. Después de que nuestro amigo ciclotímico haya convencido al Chef para que nos hiciera la factura nombre de El País. “Estábamos” haciendo un artículo sobre lugares de Barcelona. El Chef se muestra muy interesado y le regala los dos platos de arroz porque considera que no estaba muy bueno.

Por momentos, a momentos, durante estos dos días, me despreocupo de todo. Hablo tanto como solía. Hago bromas y juegos de palabras. Río un poco. Esperemos que se intensifique. Que me encuentre.

lunes, 10 de marzo de 2008

Alegrías generales y parciales (domingo 9 de marzo, madrugada del 10)

Algo es algo. Tendremos al menos la suerte de no ver al Partido Popular en el Gobierno. Las sociedades, en momentos, son más inteligentes de lo que cierta gente piensa. Y, pese a todo, me parecen excesivos esos diez millones de votos que han conseguido con su tono homófono, xenófobo, ultraconservador… Votos que, al menos, suman bastantes menos que los de la izquierda.

No me molesta tampoco la gran bajada de la supuesta izquierda nacionalista catalana (con esa recurrente y absurda idea de que se puede ser de izquierdas y nacionalista), aunque sí lamento el gran batacazo de Izquierda Unida. Hoy es un poco más imposible que nunca mi deseado Gobierno de coalición entre PSOE e IU. Pero creo que, en Izquierda Unida, deberían reflexionar sobre ello, preguntarse por qué pierden votos en cada convocatoria, si su excesiva cercanía a la supuesta izquierda nacionalista (y más a la filoetarra de ANV) les ayuda, si no les faltan figuras de relevancia, si presentar dos estúpidas candidaturas en Valencia no podría haberse evitado…

Una vez más lamento no poder compartir esta alegría general y muy parcial con alguien. Que la estupidez y el egoísmo lo hayan impedido. Haber seguido la campaña. Disfrutar la victoria de la izquierda aquí en Barcelona, en Chicago o en cualquier lugar del mundo… Al menos cuento con mis dos compañeros del peripatético supergrupo. La dulce ingenuidad de la Capitana Golfa. El casi siempre sano y un poco tergiversado cinismo del Capitán Honestidad. Ha estado, al menos, en mis carencias, bien disfrutarlo con ellos (y en la distancia con la familia y con algunas personas más). Nuestra torpeza y candidez no nos harán grandes, pero su hospitalidad me hace sentir querido, mejor y levemente más sano…

Debo empezar a despertar de esta incómoda e improductiva somnolencia. Buscar ya cierta ocupación, un trabajo. Disfrutar de las calles de Barcelona. Abrir unos ojos nuevos a días de nuevo soleados.

domingo, 9 de marzo de 2008

El Capitán Idiota, las elecciones, Barcelona y el psicoanálisis (sábado 8 de marzo, madrugada del 9)

Era hora ya de retomar este blog, supongo…

Ya es marzo, la madrugada entre el 8 y el 9. Mañana, hoy, hay elecciones generales. Ayer hubo un nuevo atentado terrorista. Un asesinato con cinco tiros. Hace cuatro días mandé mi voto por correo. Nada es perfecto, ningún partido es perfecto, nadie es perfecto. Más bien al contrario. Pero espero, pese a todo, que no gane la derecha. Preferiría que las políticas desarrolladas fueran, hubieran sido, más de izquierdas. Pero ha habido avances. Siempre es preferible que los ministros, mejores o peores, no pertenezcan a sectas religiosas. Que la Iglesia Católica no decida sobre leyes y vidas. Y preferiría unos impuestos directos más altos. Más mano dura con la especulación en vivienda. Mucha mayor inversión en la sanidad y la educación públicas. Que se gravaran más los beneficios del capital y empresariales. Pero ha habido pequeños avances. Y, sobre todo, no debe haber retrocesos. Siempre he pensado que mi gobierno ideal, dentro del realismo y de los partidos existentes, sería uno de coalición entre el PSOE e Izquierda Unida. Lo veo complicado. Aunque sería bonito conocerlo.

Hace doce días que estoy en Barcelona. Viviendo con el Capitán Honestidad y la Capitana Golfa. Aún siento el dolor. Aún me está doliendo. Recuerdo el verano de 2006. Tantos errores y esperanzas. Tantas esperanzas como errores. Y un pequeño cuerpo. Y una mente pequeña. Hace más de año y medio. Parece, en parte, tanto tiempo. Los pinchazos de dolor, las imágenes, parecen de un tiempo tan cercano.

Los meses de enero y febrero han pasado rápido y despacio. Leyendo sobre el duelo amoroso y psicoanálisis. Creo que he entendido cosas. Ninguna teoría es perfecta, ningún sistema es perfecto, pero algo he entendido. Debería haber leído estos libros antes que otros de absurdas y ridículas disfunciones. Seguramente hubieran tenido más utilidad. Seguramente no hubieran solucionado nada. Y resulta al menos consolador, en el consuelo de los tontos, ver cómo alguien como Reich escribía con la misma naïve ingenuidad con la que yo escribo, con esta misma falsa profundidad y cierta semejante petulancia, sobre los mismos hechos ridículos y cotidianos de personas buscando la felicidad en cuerpos y afinidades inexistentes. Aunque él era más trabajador y disciplinado, me temo. A mí me cuesta hasta actualizar este blog. Y, así, por esto mismo, resulta no sé si curioso o preocupante adivinarse un poco “oral” según Lowen. Entender a la otra persona desde una neurosis histérica. Tanto complejo de Edipo, tanto complejo de Electra, quizás demasiadas culpas a una madre, un padre, unas mamas, los primeros años de vida… Y, sin embargo, parecen mostrar algo, encuentro similitudes y explicaciones, peculiares paradigmas, no sé…

Por desgracia, en la Sanidad Pública de Castilla y León, aunque consigo psiquiatra y un psicólogo psicoanalista, la frecuencia de las consultas no parece la adecuada. Apenas una al mes. Y, si el psicoanálisis sirve para algo, si puede llegar a resolver algún problema, responder a algunas dudas, no parece que esta frecuencia lo favorezca en menos de décadas. Y más teniendo en cuenta que mi próximas consultas deberían ser este lunes y este miércoles, estando yo en Barcelona. No sé, intentaré que me recomienden algún especialista digno en la Sanidad Pública de Cataluña. Veremos si la frecuencia es mejor y mayor aquí. Mi psiquiatra, como Valladolid es un pañuelo, ha resultado ser el padre de una conocida cuando trabajábamos en sendas presidencias, ella en una asociación de gays y lesbianas. Tal vez me puedan recomedar especialista e incluso autores. Descubro también que visité al mismo psicólogo por cierta tristeza existencial hace diez años.

Y, ahora, aquí estoy. Después de doce días en Barcelona. Tras haber conocido a algunas personas (más exactamente mujeres) por internet. Algunas interesantes. Otras no tanto. Varias en persona. No muy activo, pese a ello, social o laboralmente desde mi llegada.

Una pareja de superhéroes en la mitad de la treintena y en el comienzo de los cuarenta intentando recobrar o encontrar sus superpoderes. Comenzando en tantas cosas. Con problemas tan pequeños y grandes como problemas. Con sueldos bajos de supuestos profesionales españoles. Y yo con mi nueva personalidad. No sé si queriendo dejar de ser o disfrutar siendo el Capitán Idiota. Menos establecido que nadie. Más ignorante que nunca. En el comienzo de estos tragicómicos (me gustaría sentirlos más cómicos) treinta años. Buscando sospecho que lo de siempre, pero ahora un poco más perdido y temeroso.

Tres superhéroes absurdos y desubicados votantes de la izquierda. Intentando, tal vez, que todo mejore un poco mientras aprenden a mejorarse.

Espero que esto sea, una vez más, pero esta vez de manera cierta, el comienzo, si no de todo, de algo. De algo que desee recordar de otra manera. De algo que, cuando llegue, me haga recordar este comienzo con una sonrisa y un pequeño y placentero sentimiento de felicidad.