jueves, 11 de diciembre de 2008

Cath in Soho (jueves 11 de diciembre, madrugada del viernes)

Son las ocho en Bacar. Cath es una mujer inglesa simpática de 33 años que trabaja en un Spa. Cath me ha contado en un mensaje que, tal vez por trabajar en un spa, sólo conoce gays y hombres casados. Ha sugerido un bar de supuestas tapas junto a la gran escalera mecánica del Soho, enfrente del Pure Fitness, al lado del estudio de la Capitana Música.

Una vez más, hablo demasiado.

Hace unas semanas, una antigua visitante de este blog decía que en la primera cita que tuvo con la persona de la que estaba enamorada le dijo que hablaba demasiado. En mi caso, siendo antes tal vez una virtud (también a veces un defecto, todo tiene dos caras), ahora no estoy tan seguro. Porque me he vuelto más egoísta conmigo mismo y con mis palabras. Porque, sin mentir, muchas veces siento que no estoy siendo sincero hablando tanto. Porque, como cuando juego al Tetris o al Dr. Mario en el portátil, creo que sólo lo hago para tener ocupada la mente. Para no pensar. Porque no sé si quiero hablar tanto.

Hablamos un poco de ella, de mí, de los países en donde hemos estado, de su trabajo en el spa, de Hong Kong. Después la acompaño a la estación de autobuses para que coja un autobús a Stanley.

Mientras regreso a las 12 de noche en el metro escuchando The Seldom seen Kid de Elbow, siento que las imágenes vuelven a caer descolocadas y vertiginosas, que las píldoras no acaban con los virus.

Mediodías inconclusos (jueves 11 de diciembre)

Aunque, sí, por desgracia, mi mente sigue sin conseguir salir de su propio tránsito.

Apago el portátil y vuelvo acostarme. Las imágenes y los recuerdos giran en el estúpido sistema solar de mi mente. No me siento con fuerzas de ir al consulado.

Cuando oigo la llegada de la mujer de la limpieza, me ducho y salgo a la calle.

Hace un hermoso día soleado. Frente al diciembre del año pasado en Chicago, parece un día cualquiera de primavera en Castilla.

Las personas van y vienen del trabajo, salen de compras, pasean por las calles. Hermosas mujeres casi tan altas como yo se tocan el flequillo y mueven sus caderas bajo vestidos de seda y lana.

En la zona de establecimientos de comida rápida de Times Square apenas quedan mesas. Los hombres sorben la comida que llevan con los palillos desde los tazones.

En Lee Gardens Two hay una tienda de Arte Madrid. Un concesionario Mercedes. La sede social de Gucci en Hong Kong. Sociedades que operan en las Bermudas. Tiendas con las líneas infantiles de Burberry y Dior. Una peluquería infantil donde cortan el pelo a niños sentados en caballitos de feria.

Cuando regreso a mi habitación tengo otros dos mensajes de mujeres chinas que quieren conocerme. Hay un nuevo comentario en el blog.

Es un mediodía inconcluso en las calles soleadas de Hong Kong. Un mediodía en el que, seguramente, no hecho lo que debería hacer. En el que el abrasador sol de mi cerebro a oscurecido la que debería haber sido una agradable y soleada mañana en hong Kong.

Jenna the Astrologer. Mi vida en tránsito (jueves 11 de diciembre)

intro

   Buscando el significado de algunas palabras hace algunas semanas en www.wordreference.com , me encontré con la publicidad de una supuesta astróloga que te leía el futuro de manera gratuita. Como he probado cosas peores en mi vida pagando mayores precios, rellené los tres o cuatro datos superficiales que requería en sus nueves casillas.

   Por curiosidad lo hice con dos cuentas de correo y algunos datos diferentes.

Parece que Jenna the Astrologer predice basándose más en lo algoritmos que en los planetas y las estrellas, lo que que no deja de tener sentido. A los pocos días recibí sendos mensajes en mis cuentas dándome algunos detalles referidos a los detalles que referí. Los mensajes eran largos. Todo tenía cierto razonado sentido. Ella decía en ambos haber sentido una fuerte conexión conmigo. Las únicas diferencias en ellos era las diferencias que había marcado.

   Una lástima que mi cabeza no esté para creer en casi nada, y menos en el pensamiento mágico. Una lástima que pidiera 60$ para decirme los aspectos más importantes.

   Al parecer comenzará el 17 (0 el 19, según el días o la cuenta de correo) un tránsito esencial en mi vida. Un tránsito en el que aparecerá la persona que amé. Un tránsito esencial para mi vida laboral. Para mi futuro. Ella me diría como aprovecharme de él, como no dejarle pasar.

   Parece probable que, alguien que no vio o quiso ver la realidad en año y medio de relación absurda, no sea consciente de este tránsito.

Y es cierto que mi vida está en tránsito. En tránsito de demasiadas cosas.

En apenas cuatro días que he decidido y conseguido estar mínimamente social y proactivo y tengo dos números de teléfono, una cita para ir al cine y cenar con una alta ejecutiva de un banco, otra para tomar algo hoy por la tarde en un bar español con una británica empleada en un spa. Una vendedora de productos estructurados y derivados que tiene curiosidad por saber cómo es una español con ojos verdes. Una Capitana Música que se preocupa por mi vida. Una chica china de 23 años que quiere practicar español conmigo. Otra mujer británica. Otra mujer china. Una chica china de 25 años que responde al mensaje que envié a un anuncio que me pareció sugerente.

   No sé qué hubiera ocurrido si mi cabeza hubiera estado en su sitio. Si además de razonarlo, sintiera que me puede pasar algo mejor y diferente a lo que fue un año y medio estúpido cargado de estúpidas esperanzas.

   No sé que hubiera ocurrido si hubiera respondido al último mensaje de la Capitana de Nueva Jersey, al de la amable chica que me dio su teléfono tras un viaje en el autobús, si hubiera avisado a la mujer chilenoestadounidense cuando fui al cine como me pidió.

   No sé qué hubiera ocurrido si me hubiera pasado por el consulado. Si hubiera entregado mi curriculum en algún lugar.

   No sé qué hubiera pasado si no hubiese estado, si no estuviera aún atrapado por mi pasado.

   No sé si aún puede pasar. Porque los días para mi vuelo del 19 pasan. Porque el dinero y los préstamos de una familia de clase media-baja se acaban.

   La pasada noche parece que los comprimidos de tilo, melisa, pasiflora y valeriana no ayudaron. Que la raíz de kava ingerida con Smirnoff Ice tampoco me ayudó a dormir pronto. Las mismas ideas recurrentes de siempre. También tuve un sueño acerca de cómo volver de un país europeo del este en guerra. Cómo me quería traer, absurdamente, las dos pesas que había comprado.

   Las dos pesas que no me llevaré a España de vuelta. La vuelta a España que no sé si quiero hacer. En estas navidades que nunca hubiese querido que llegaran. Mientras mi familia sólo desea verme y que pruebe otros doctores y drogas que eliminen por fin mi tristeza.

   Sí, mi vida está en tránsito, una pena que Jenna the Astrologer me pida, como detalle por la gestión, 45$ en dos largos mensajes para decirme cómo aprovecharlo.  Que su videncia se base en algoritmos.

   Hoy me levanto a las 10 de la mañana sin sueño, pese a que esta noche me he acostado a las 6 de la madrugada. Dentro de poco vendrá la mujer de la limpieza. Tal vez debería pasarme por el consulado.

   ¿Sería posible encontrar, si no la felicidad, la serenidad en Hong Kong? ¿Conocer a alguien caminando por su calles, concertando citas a ciegas’ ¿Supone esta ceguera un índice de la soledad de Hong Kong?¿Sentiré rápidamente lo que ya tengo, lo que debería tener ya razonado?¿Debería volver a España, descansar, comenzar luego en otro lugar del mundo?

   Alguien como Jenna the Astrologer, que escribe tan largos e individualizados mensajes a desconocidos que apenas señalan su fecha de nacimiento y su dirección de correo electrónico, debería decirme cómo salir de este tránsito de manera gratuita.