jueves, 13 de noviembre de 2008

Anochecer en el puerto (jueves 13 de noviembre, amanecer del viernes)

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Hong Kong se ve hermosa en el anochecer a lo lejos.

Por 2,2 HK$, o 22 céntimos de euro cojo el ferry que me llevará a la orilla de Central.

Algunos rascacielos tienen toda la fachada iluminada con imágenes navideñas. Metros y metros cuadrados de bombillas y electricidad.

Hago decenas de fotos desde el ferry. La luna queda a mis espaldas.

En las pantallas del autobús de vuelta a Causeway Bay una joven parece hacer gimnasia acompañada de niños y niñas excesivamente sonrientes sobre fondos verdes

Atardecer en Tsim Sha Tsui (jueves 13 de noviembre, madrugada del viernes)

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Junto a los rascacielos y los mastodónticos centros comerciales de corte occidental, calles abarrotadas, carteles descuidados y grises y mercados callejeros.

Algunas de las calles de Hong Kong parecen de una civilización que fue importante, ya acabada. Pero no parecen las calles de una antigua ciudad china o asiática. Todo parece algo más insalubre y extraño. Más parecido a una ciudad de Blade Runner.

En el parque de Kowloon se percibe también una extraña tristeza entre los escasos árboles, el sonido de los pájaros interrumpido por el de los aviones y un anciano haciendo Tai Chi al atardecer.

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Tarde en Ocean Centre. El significado del Capitalismo (jueves 13 de noviembre, madrugada del viernes)

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Hong Kong es un centro comercial interminable. Estés donde estés. Vayas a donde vayas.

Tiendas de lujo siempre habitadas. Personas que caminan con bolsas.

Hong Kong posee una extraña y gélida belleza en esta proclamación de lo artificial y lo falso. De los sueños inalcanzables o sólo alcanzables a través de una tarjeta de crédito.

No sé de dónde sale todo el dinero gastado en todas estas tiendas de lujo. A dónde va. Que sentido tiene.

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Camino entre las tiendas y las personas que caminan con bolsas y aparentemente felices en Ocean Centre.

Como en Triple-O’s, una especie de hamburguesería canadiense de calidad. Escribo unas líneas en mi libreta.

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Mediodía en el puerto (jueves 13 de noviembre, madrugada del viernes)

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Es un mediodía caluroso de noviembre en este verano infinito que parece, realmente, no acabar nunca.

He decidido forzarme un poco y, pase lo que pase, al menos aprovechar este mes, estos meses, para conocer Hong Kong.

Vodafone no sólo no anula mi número de móvil, sino que se empeña en mandarme regularmente mensajes para que me inscriba en el a2, un servicio en el que me inscribí dos veces, me di de baja dos veces y en el que no debí haberme inscrito nunca.

Es mediodía caluroso de noviembre junto al Hong Kong Museum of Art, en el puerto de Tsim Sha Tsui. Pese a la soledad y el calor de este verano infinito que parece no acaba nunca, Hong Kong se ve hermosa a lo lejos entre la bruma.

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Amanecer en Facebook. Amanecer dormido (amanecer del jueves 13 de noviembre)

Hago bien en dudar. Hice bien en dudar. Quizás debí dudar más mucho antes.

Efectivamente no fueron el ginkgo ni el hipérico. Efectivamente no fueron suficientes.

Después de ducharme siempre hay una fuerza que me paraliza. O no encuentro las fuerzas.

Acordándome de Sasha Grey hace días, acordándome de Sasha Grey el martes, después de ducharme vuelvo a echarme en la cama. Me tapo, apoyo el portátil en mi regazo y me quedo viendo Boogie Nights de Paul Thomas Anderson. No la había visto desde que estaba en la universidad, pero me sigue pareciendo tristemente bella.

Duermo. No salgo de mi habitación. Intento animarme viendo algunos episodios de Padre de Familia. Duermo.

Tengo sueños extraños. Otros recurrentes y absurdos.

El miércoles parece de nuevo que me he levantado con fuerzas. Tras la ducha mi última realidad reaparece.

Salgo. Como en un KFC. Descubro que The Lee Gardens, a unos metros de mi habitación, además de ser un edificio de oficinas con las centrales en Hong Kong de Sony, Maersk, Shiseido… Es también una galería comercial con tiendas de Hermès, Louis Vuitton, Chanel… y un supermercado gourmet donde compro una caja de latas de Pepsi, el Men’s Health de diciembre y unos aperitivos de maíz orgánico de Australia.

Regreso a mi habitación. Navego por Internet. Leo un poco. Duermo.

Tengo sueños extraños. Otros recurrentes y absurdos.

Navego por Internet. Un español me ha invitado a participar en un grupo de Españoles en Hong Kong en Facebook. Me apunto a varios grupos similares. El mundo es muy complejo y en Facebook todas las personas son amigas. Algunas personas incluyen en sus listas de amigos a personas que desprecian u odian.

Subo esta entrada cuando llega el amanecer.