miércoles, 31 de diciembre de 2008

Navidad de sueño II. Fin de año (miércoles 31 de diciembre)

Dormir. Despertar. Caminar. Desconocer el significado de las lágrimas. Dormir. Despertarme.

Nueva visita a mi nuevo psicoanalista.

Cuento de nuevo la vieja historia de un absurdo y fallido intento de abrir mi corazón para no poder volver usarlo ni controlarlo ni cerrarlo hasta el momento.

Voy al cine a ver Gomorra con mi hermano, la única persona que conozco a la que envidio, siendo tan diferentes, buscando en la vida cosas tan diferentes, o quizás no tanto, una vida profesional y una relación sentimental con apariencia de dignas.

Recibo una llamada en mi nuevo número y un correo electrónico de personas del que era hace no tanto mi entorno y con las que aún no me siento preparado para contactar. Porque ya no soy el que era. Porque aún no tengo un nuevo yo.

Por la noche duermo con ayuda de drogas.

Recuerdo un Sueño en el que hago un viaje astral desde el Forum de Barcelona hasta un antiguo puente árabe.

Después, un viaje en una especie de submarino al ártico con un grupo internacional de jóvenes en el que asciendo a la superficie y veo hielo y pingüinos. Recuerdos de Noruega. Un viaje en el que apenas nadie acude a clases de inglés.

Nada más.

Nada más que contar en un año que apenas ha ocupado espacio sólo, solo, en las entradas de este blog. En los cerebros y corazones de personas vinculadas a mí por lazos genéticos y familiares.

Nada más que contar en un año sobre el que podría contar tantas cosas y tan pocas. Nada más que contar en un año en el podría haber vivido tantas cosas. En el que he vivido apenas lo contado en este blog.

Nada más que contar entre el ruido de petardos y cohetes. Nada más que contar a unas horas del año 2009.

Nada más, sólo intentar dormir.

No, nada más.