viernes, 5 de octubre de 2007

Miss XXX (martes 18 de septiembre)

Miss XXX es mi mentora.Las XXX no tiene nada que ver con la pornografía. Sólo que no creo que deba decir aquí su nombre.

Miss XXX se ofreció para ser mi mentora al poco de concerme. Ahora se supone que parte de su jornada laboral (30 horas al año) consiste en orientarme.

Miss XXX es una mujer de mediana edad (soy muy malo para las edades de las mujeres de mediana edad, ¿estará en las cuarentena?), en muchas cosas, muy norteamericana. Pero, en mi caso, eso resulta positivo. Entusiasta en sus expresiones, curiosa, por lo general positiva en sus planteamientos.

En algunas cuestiones, su situación me recuerda a la mía.Parece que no ha tenido mucha suerte ultimamente. Ella es de Waukegan, pero acaba de llegar de ser profesora en Florida. Fue para mejorar su situación, pero al poco sobraban unos cuantos miles de profesores... Antes estuvo más de diez años de profesora en Waukegan. Su padre trabajaba en el ayuntamiento en los 70 (y en cuestiones políticas), cuando Waukegan comezó a tener problemas raciales, primero con la minoría negra, luego con la hispana...

Miss XXX, como tantas otras personas en los Estados Unidos dejó todo el mobiliario de sus casa en Waukegan en un "container". Cuando ha regresado, la empresa le ha dicho que, por un error, y por no tener nombre, lo han tirado todo... Lo que resulta un poco extraño, siendo los muebles de una norteamericana de clase media y teniendo en cuenta que aquí hacen una "garage sale" para vender las estanterías viejas del cuarto de baño...

Miss XXX tiene cuatro hijos pequeños, uno de ellos con síndrome de down. Las últimas semanas han vivido en una casa vacía. La empresa de containers le ha ofrecido 500$. Lo que le han costado dos colchones.

Miss XXX ha estado casada dos veces. La última, con un italiano (del cual usa el apellido), con el que no sé si sigue casada, está separada, divorciada... que pasa algún tiempo con ella (de los cuatro hijos que tiene, dos son con el italiano) y de vez en cuando se vuelve por un tiempo indefinido e impreciso a Italia...

Y pese a todo, Miss XXX intenta ayudarme, animarme, comprende que no nos dan información ni nos prestan especial caso, se hace partícipe de mis devenires e incidencias...

Hay días en que Miss XXX nos reímos de nuestras vidas afectivas, vitales, laborales... Otros, pese a su aparente alegría, la noto un poco triste. Hay días en que pensamos que necesitaríamos descansar un poco. O tener un poco más de suerte.

Poniendo baterías (domingo 16 de septiembre)

Me levanto tarde.

Me conecto a internet.

Compro el cubo de una fregona.

Intento ver al amable hombre norteamericano que me recargó la batería.

En la casa de al lado hay un grupo de jóvenes que juega a un juego parecido, al menos desde lejos, a "la rana" española... Le pregunto a una chica si tienen una llave (más bien hago el gesto, no sé la palabra en inglés...), porque tengo que cambiar la batería del coche... Llama a un chico, me dice que cree que sí, saca una caja de herramientas, trae tres destornilladores... Le comento que no creo que eso sea lo que nesite con una sonrisa. Se acerca al coche (que está aparcado en la acera). Comprueba que no van a ser de mucha utilidad. Busca y trae unas llaves. Le digo que nunca he cambiado una batería (para ver si hay suerte y me la cambia él). Me contesta que él tampoco... Comento que somos los dos vírgenes en esto de cambiar baterías, que a ver cómo nos sale... Parece ser fácil. Rojo con rojo, verde con verde. Él me ayuda a desentornillar y atornillar. Se llama Ned, es un típico y rubio norteamericano de mi edad o algo menos. Me dice que su mujer trabaja como psicóloga en una escuela cerca de Waukegan. Que estuidió español unos meses en Sevilla. Le digo que en no mucho tiempo pienso clebrar una pequeña fiesta de inauguración en mi apartamento. Que si quieren, están invitados. Me contesta que estupendo, que claro que irán.

He tenido que venir a los Estados Unidos para aprender a cambiar una batería.

Decido coger el coche para ver si funciona realmente, comprar un microondas y buscar un sitio para cenar. No quedan microondas básicos ni en el Target ni en el K-Mart. Sin ninguna dirección preconcebida, sigo conduciendo. Llego a uno de los típicos polígonos donde entro en un lugar llamado "Captain Hook Fish&Chicken", en el que espero que no todas sus especialidades vengan del mismo lugar... Soy el único "blanco", toda la clientela es negra y los trabajadores hispanos. Pruebo uno de los "Fish&Chips" peores de mi vida. Un chico negro con un parche del mismo color en un ojo que no parece trabajador ni un figurante impuesto por el nombre del lugar, me dice algo. No le entiendo. La verdad es que a casi todos los españoles nos cuesta más entender a los negros (no se me ocurre otra manera de decirlo). Descubro que me está preguntando si soy profesor. ¿Ya se me nota? ¿Es que los profesores somos las únicas personas que comemos en lugares como éste? ¿Los únicos blancos que nos internamos en zonas como ésta?

Regreso a mi apartamento en coche por las calles oscuras y solitarias de Chicago en una noche de domingo, bajo sus metros elevados, entre sus polígonos, sus restaurantes mejicanos, sus letreros de calles perpendiculares, sus solares, sus lugares que de tan feos que son a veces, como dice mi compañero catalán, resultan hermosos.

Dolores O'Riordan y El Café Ibérico (sábado 15 de septiembre)


Finalmente, el viernes, después de una hora hablando con una simpática teleoperadora hispana, consigo conectarme a internet. Me instalo el voipbuster y hablo con mi madre, y con una amiga durante horas del últimamente, lamentablemente, único tema. Y me acuesto una vez más tarde, por lo que no me levanto, por una vez en la semana, muy pronto.

La noche del viernes me ha llamado uno de mis compañeros catalanes de Schaumburg para avisarme de que van a venir unos cuantos (me lo dijo también una compañera catalana de Waukegan) a Chicago, al festival celta... Por lo que me acerco al Target a cambiar el barato edredón nórdico, que compré en color violeta, por uno azul para que combine mejor con mis sábanas rojas, y al "Microcomputer" a comprar unos cascos para hablar con el voip. Más tarde, cojo la línea, también azul, del metro aéreo que me lleva al Loop.

Cuando llego al centro de Chicago, quedo con mi compañero en la Plaza con las fuentes "cibernéticas", junto al Millennium Park. Después, vamos junto al resto de españoles, en su mayor parte españolas, y de Waukegan, que están en el parque como buenas españolas con su "calimocho". Suena música celta, y una especie de orfeones donostiarras en plan más gaélico.
Conozco a una profesora española que está en el distrito de Woodstock, que nos pide los teléfonos para poder quedar con gente, y que se muere de envidia al entererse que vivo en Chicago, en Wicker Park, por 650$, porque, dice, vivir en Woodstock es como vivir en un hoyo. Y pese a todo es su segundo año.
Y conozco también al novio de la compañera de piso de mi conocido de Schamburgh, que es profesor de Psicología en la Universidad de Jaén y que ha venido a verla. Hace unos días estuvieron en Nueva York. Pienso en lo fácil que es todo, hasta lo un poco difícil, cuando se desea.

Poco a poco, va anocheciendo frente los rascacielos, empieza a notarse levemente el frío (desde que he llegado, salvo esta noche durmiendo y ahora, ha hecho siempre calor) y la gente comienza a irse. Aún no son ni las 9, y curiosamente en pocos minutos va a tocar Dolores O'Riordan, la antigua cantante de "The Cranberries", pero en Chicago no parece ser especialmente conocida y, mientras en España el parque estaría a rebosar, aquí cada vez queda menos gente.
Me quedaría a escucharla (aunque debería hablar sobre royalties con sus excompañeros de grupo, pues los primeros temas son de su antigua banda), pero mi compañero ha quedado con profesores españoles de Schamburgh en El Café Ibérico, por lo que él, la chica catalana y yo nos vamos del cada vez menos multitudinario concierto.

Cuando vamos a coger su coche de un aparcamiento, nos cruzamos con un grupo de gente de mediana edad vestida con ropa de gala que sale de un concierto de música clásica. La chica catalana habla de los tacones de las mujeres y ( e irónicamente) de la dificultad de llevarlos bien. Yo, me acuerdo de otras piernas y otros tacones.

El Café Ibérico se parece a cualquier establecimiento hostelero español, sobre todo, en una cosa: todos sus camamareros son hispanos. En las paredes hay supuestos bonitos dibujos de las diferentes regiones de España. El grupo es curioso. Algunos de ellos, como por ejemplo un matrimonio que vino de Melilla hace ya más de dos años (a ella, al no hablar inglés, le dieron un trabajo de administrativa en la escuela), les gusta hacer más de una hora de viaje para ir a los "malls" con las tiendas outlet de las marcas americanas (Ralph, Calvin, Guess...) y algunas europeas. Por supuesto, esos oultets están cerca de Waukegan, no se Schamburgh. Me comentan también que mi coche, pese a ser viejo, me durará, porque es como un Toyota Corolla (de su época, claro).

Sobre las 12, mi compañero catalán su compañera de piso y el novio de ésta nos acercan a mi compañera de Waukegan y a mí a nuestros respectivos apartamentos. Cuando ven mi barrio sienten envidia al ver una zona con bares, casitas y aceras.