martes, 16 de diciembre de 2008

The Day the Earth Stood Still. Último martes en Hong Kong (martes 16 de diciembre, madrugada del miércoles)

 PC160168

   El sol ya se ha ocultado de nuevo cuando salgo a la calle. Son las seis y media de la tarde.

   Hoy tampoco he conseguido visitar ningún sitio nuevo ni viajar a Macao.

   Compro dos pinchos de pollo y uno de ternera en el puesto de mi amigo gay junto a la parada de metro de Tin Hau . Unas patatas en el Macdonald’s.

   Le había propuesto a la Capitana Música ir a ver ir a ver The Day the Earth Stood Still al cine Imax de Megabox, en Kowloon Bay, disculpándome por mi insociabilidad y comentándole que no creía que fuera muy “política”, al menos de una manera aparente (Body of Lies se lo había parecido). Pero parece que nuestros horarios no han coincidido. Tal vez también haya influido que le comentara por el messenger muy sucintamente los motivos de mi apatía. No lo sospecharía ante mi aparente jovialidad. Tendría otras expectativas. Preferirá otras cosas. La comprendo.

   Es absurdo ir a ver una absurda película hollywoodiense en mis últimos días en Hong Kong. Pero soy incapaz de dormirme pronto y levantarme temprano y de noche no es tan fácil visitar lugares. Tampoco tengo fuerzas para mucho más. Incluso me da pereza coger el metro.

   Keanu Reeves parece el actor perfecto para representar a un extraterrestre que desconoce  la forma de expresarse  y los sentimientos de los humanos. Parece que lleva toda su vida representando este papel. Jennifer Connelly cumple años y su belleza crece desde Érase una vez en América. También yo me replantearía destruir la tierra por ella. Poco más puedo decir de esta película (y habría que hacer un estudio estadístico de cuántos insectos biomecánicos y destrucciones de material urbano hay en el cine de Hollywood de los últimos años).

   Mientras orino en los limpios y amplios servicios del cine, veo las autopistas y las luces de la noche de Hong Kong en los edificios de Kowloon Bay.

   Camino solitario junto a carreteras, solares, rascacielos.

   Atravieso la barroca decoración navideña de Telford Plaza.

   Cojo, con los ojos de William Hurt, el metro de vuelta a Tin Hau y a mi habitación.

   La Tierra permanece en pie; soy yo el que no está muy seguro de hacerlo.