lunes, 1 de octubre de 2007

Hepatitis B, seguros médicos y Open House (jueves 13 de septiembre)

Me levanto, una vez más, a las 4:45 de la mañana. Es aún de noche. Hoy,a las 6 de la tarde, tenemos Open House, los padres que lo desean vienen a conocer la escuela y a los profesores. Los de 8º grado de manera obligatoria para saber sobre la graduación.

A las 2, después del trabajo, mi compañero de programa bilíngüe, el profesor de matemáticas, oriundo de Belice y con mujer cubana (estudio ingeniería allí, se conocieron y ahora esperan su segundo hijo, con más o menos mi edad, creo) me lleva al Lincoln Center. Ambos vamos a vacunarnos de la Hepatitis B bajo sugerencia del distrito. Dos semanas antes de venir me hice una analítica completa de sangre, enfermedadades venéreas incluídas (tal vez lo debería haber hecho antes, tal vez lo hice como catarsis) y sé que no tengo nada, pero bueno, si les hace ilusión pues también nos vacunamos (a una de mis comapañera españolas una compañera de su escuela le dijo que era también para vacunarse del Sida ¿¿??).

Después de vacunarme compruebo que aún no ha llegado mi número de la seguridad social, y que por lo tanto aún no voy a cobrar. Y descubro que, cuando lo tenga, hay dos clases de seguros médicos para elegir, con sus ventajas e inconvenientes (que también tendré que descubrir). A mi compañero el año pasado le hicieron un chequeo un día en el corazón y, "por suerte", gracias al seguro "sólo" le tocó pagar 500$ de la factura de 5000$.Mi compañero me lleva a comer al mismo lugar mejicano nada interesante en el que estuve hace unas semanas. Después, me dirijo a la escuela.

Como no han llegado mis compañeros leo un correo muy cariñoso de una amiga dándome ánimos y explicándome la vida de manera inteligible, pero dificil de seguir y no lamentar.

Más tarde, estamos todos, el profesorado y lo padres que han venido en el gimnasio. Los típicos discursos habituales. Algunas notas sobre normas y disciplina. Cuando acaba, vienen a nuestras clases para conocernos. Primero habla mi compañera española, que es la "Team Leader", después mi compañero de Belice. Y después yo. Les aclaro que estamos allí para ayudarles, para ayudar a sus hijos a tener en los Estados Unidos la misma vida que los que han nacido allí, para que aprendan inglés lo antes posible y, sin perder su lengua o cultura, pasen lo antes a "regular" y salgan de "bilingual", para que puedan tener las mismas oportunidades. Les digo que no somos la policía, y que no nos importa quien tiene o no papeles (les pongo como ejemplo que yo acabo de llegar y todavía no tengo mi número de la seguridad social), que si tienen cualquier problema nos lo pueden comentar (aunque no es que a mí me falten) e intentaremos ayudarles en lo que podamos.

Despues, dos anécdotas y media más o menos divertidas. Primero unos padres vienen diciendo que he llamado estúpido a su hijo y que le he pedido bajarse los pantalones. Lo primero era falso. Lo segundo no. Les explico cómo él y un compañero hicieron ciertos comentarios sobre el posible género de un chico y me pareció que era la única manera de poder comprobar el género de cada uno. Que por supuesto era con motivos didácticos, porque no pienso aceptar comentarios homófobos en mi clase y que, claro, nadie se bajó los pantalones. Me comentan que ese chico, con el que le he sentado, es el que habla y no deja atender a su hijo. Todo queda más claro cuando les enseño la caja de chinchetas que tuve que confiscar a su hijo.

Una madre cree que su hijo debería estar en un nivel de inglés más avanzado de en el que está. Yo no lo creo especialmente, pero prometo averiguarlo y comentarle las posibilidades.

Por último, lo más divertido. Viene un alumno de 8º con su padre, la mitad de alto que yo, pero el doble de ancho, como una especie de remedo de Pancho Villa, pero con bigote rojizo. El aliento le huele a alguna copita de más. Está muy ofendido porque pregunté a su hijo si era "ganguero". Le digo que es verdad, que se lo pregunté a él y algunos compañeros más, porque no se comportan bien y porque no tienen el debido respeto. Que se lo pregunté y yo mismo respondí que si no lo eran en mi clase se iban a comportar con respeto. Que escucharían al profesor, que se callarían cuando hablase otro compañero y que cuidarían un poco las formas...
El padre parece no entender, habla un español que él define como "perfeto". Que él dirige un equipo y no les pregunta si son gangueros. Que tiene que hacer de padre y madre de su familia. Que primero hay que ganarse el respeto... Todo de una manera muy liosa... Dice que yo "hablo muchas palabras"... Mis dos compañeros vienen y parece que se va calmando (llegó a mencionar la "corte"), lo que quiere decir ir a juicio. Parece que todo se calma, nos damos las manos y se va más relajado...

Ya no me queda más remedio que coger el tren de las 9:10. Allí conozco a William, un hispano me parece recordar que de origen guatemalteco, aunque nacido aquí, que viene de ver a su novia. Me cuenta que está estudiando para ser chef. Que quiere ir tres meses a España para hacer prácticas (qué miedo me da el pobre chaval, a ver si tiene suerte, en cuanto vean a un hispano yendo contento al sector de la hostelería...). Me habla también de su novia, de cómo llevan dos años. De cómo la dejó durante unos meses porque era excesivamente celosa y sin motivo (es la única manera de ser celoso, cuando hay motivos es otra cosa). Me enseña su foto. Me dice que es muy inteligente, que saca muy buenas notas y va a estudiar medicina. yo le hablo un poco, en fin, de mi vida. De lo que creo que he hecho correctamente, pero sigo echando, de cierta manera incomprensible, de menos. Yo le he echo tres años de más, el me quita cuatro. A los dos nos parece bien. Nos despedimos habiendo intercambiado antes los teléfonos.

Llego a casa a, casi, las 11 de la noche (desde las 04:50 que me levanté). Parece que el módem ya emite una luz verde, pero no consigo que se conecte. Lo intento hasta las 02:30. En el servicio de atención al cliente me piden el número de teléfono por si la comunicación se interrumpe, y se interrumpe, qué casualidad. Me voy a la cama, porque sólo me quedan dos horas y media posibles de sueño...

Mi batería (miércoles 12 de septiembre)

Estoy volviendo en bicicleta por la Western Avenue a mi apartamento. Vengo del Pep-Boys Auto. Con la mano izquierda sujeto el manillar. Con la mano derecha, sobre el cuadro de la bicilceta, sostengo la batería que acabo de comprar. Es ya casi de noche. Espero que esta batería sea la última que necesite. Espero que esta batería sirva para dejar de quedarme sin batería. Lo deseo.

Enrique Iglesias y yo en Chicago (martes 11 de septiembre)

Estoy comiendo/cenando en el restaurante mejicano "El barco", en North Ashland Avenue, en Chicago. Me atiende una chica rusa bastante mona que me saluda con simpatía, es ya el segundo día que vengo, y me pregunta cómo me va. Como es la única que no es mejicana en el restaurante parece que le toca fregar más el suelo que a sus compañeras.

Hoy parece que ya han terminado de pintar mi apartamento. Después de comer/cenar tengo que comprar una batería, como me recomendó mi amable vecino, en el K-Mart. Ayer, de nuevo, el coche no quería que fuese a trabajar a Waukegan.

Como música de fondo suena Sakira. Más tarde hay una entrevista a Enrique Iglesias. Dice que, con treinta años, se siente tan inmaduro como siempre. Nunca pensé que me iba a sentir identificado con Enrique Iglesias. Y menos en Chicago. También comenta que prefirió escribir cincuenta canciones porque así había más posibilidades de que hubiera diez o doce buenas. Eso es ser realista (tal vez inlcuso benévolo) y tener en cuenta la estadística.

A diferencia del Jewel de justo al lado, en el K-Mart la clientela es, seguro que por alguna razón (no me parece que los precios sean especialmente más bajos), mayoritariamente negra. Veo las baterías, pero compruebo que no va a ser muy fácil volver con ella, los quince minutos que dista el supermercado de mi apartamento, llevándo sus veinte o treinta kilos mi la bicicleta.

Mi bañera (lunes 10 de septiembre)


Mi bañera tiene cuatro patas de león. Cuatro garras. Es vieja. Aún no está todo lo limpia que debiera. Y sin embargo tiene encanto. Una alcachofa fija. Dos grifos en la base. Me resulta imposible no recordar otras bañeras. En España, Edimburgo, Tánger. Otros momentos que no fueron perfectos y que, sim embargo, quizás relativizándolos, añoro. Parece que ésta será solo para mí. Que en ésta estaré solo. Y es una pena.

Es una pena que este viejo y pequeño apartamento, con su salón ya pintado de rojo, sus tuberías de la calefacción de azul celeste, sus imperfecciones... Es una pena que este viejo y pequeño, bohemio apartamento en Wicker Park tenga que ser sólo para mí por culpa de la estupidez y el egoísmo, tal vez también de mi torpeza, este viejo y pequeño apartamento en el que vivió una pareja, creo, con vocaciones artísticas, hasta que ella se fue a estudiar a San Francisco, y él con ella, es una pena sí, es una pena que sea sólo para mí.

Es una pena que no deje de ver algunos fantasmas con los ojos abiertos y cerrados.