sábado, 14 de junio de 2008

Radiohead (viernes 13 de junio, madrugada del sábado)

Aquí estoy con la masa, yo uno más en ella, con la amiga de la Profesora Anarquista, a la que no tengo que tardar en ponerle un nombre y a la que he conseguido una entrada incluso más barata que la mía comprándosela a alguien en la puerta. Y 20000 personas según la prensa del día después estamos aquí y ahora, jueves, amontonados verticalmente para ver y escuchar a Radiohead.

Y pese a lo que mi forma de contarlo pueda aparentar, creo que hago, que hacemos bien, participando en este rito colectivo con la que considero la mejor banda de rock de la actualidad, haciendo lo que ha hecho el ser humano desde hace tanto tiempo, con ritmos distintos o no tan distintos, aunque ahora con pantallas digitales y tubos de luz.

Y la voz de Thom Yorke es tan precisa y preciosa como acostumbra, y las letras cuentan lo que siempre se ha contado pero como casi nadie es capaz de contarlo ahora, y cuentan también del ahora más y mejor que casi cualquier supuesto poeta que se reúne con más supuestos poetas en conferencias de cursos de verano…

Y sigo sin poder olvidarme de alguna persona y algunas cosas, y los vasos son ecológicos, y los componentes de Radiohead se desplazan en tren y el material en barco, y recomiendan ir a sus conciertos en transporte público para intentar ser menos “insostenibles” y Movistar patrocina el concierto, y Cocacola es el refresco oficial, como si no lo supiéramos.

Y aquí estoy yo, con esta chica dulce (aunque cada vez más precavido con la supuesta dulzura), rodeado de gente aparentemente feliz y olor a hachís, hombres jóvenes, pequeñas mujeres hermosas que se abren paso a empujones, entre cientos de móviles y cámaras digitales que hacen fotos, incluso la mía, acordándome de todo como siempre, durante las dos horas cronometradas matemáticamente del concierto.

Después, escucharemos algunas versiones de canciones de esa obra maestra del S. XX, el Ok Computer, y composiciones del guitarrista, Jonny Greenwood, tocadas por una orquesta de cámara, que aparentan como viejos dinosaurios entre unos 400 jóvenes que en otras circunstancias nunca estarían aquí.

En (hace) unas horas hablé, hace ya un año, por penúltima vez con cierta mujer.