domingo, 8 de marzo de 2009

Watchman sin Watchmen (sábado 7 de marzo, madrugada del domingo)

    Es tarde y tengo sueño. Son las 4:29 de la mañana. Escucho la banda sonora de Good Bye Lenin en mi ipod mientras escribo esta entrada.

   Nunca he sido un especial aficionado a lo que ahora se llama cómics. Mucho menos a las “novelas gráficas”. E incluso en sus mejores argumentos siempre he visto como algo complicado e infantil contar las hazañas de personas disfrazadas o transformadas absurdamente por extraños y también absurdos experimentos. En mi niñez preferí leer a Astérix o Superlópez.

   300, la película, me pareció (y no entraré ya en detalles de cuándo y con quién la vi, intentaré abstenerme levemente de mi obstinado y obsesivo error), como se dijo en algunas críticas, a la vez homófoba, fasctistoide y filogay y, pese a contar con algunas bellas imágenes, de una estética y violencia amaneradas, casi tanto como la reinona que hacía de Jerjes I. Por no entrar en su veracidad histórica (y en su versión de Persia, los persas, Atenas, los atenienses, Esparta y los espartanos, que sí practicaban con toda naturalidad la homosexualidad).

   Pese a todo voy a ver Watchmen.

   Un almendro está comenzando a florecer junto al Puente Mayor. Una vez más voy tarde. Circus, el último disco de Britney Spears, suena en mi ipod porque estoy intentando flexibilizar mi mente, y porque el mundo es muy complejo y porque es una de las pocas rebeliones que mi mente me permite en estos tiempos y porque me da la gana.

   Y no sé exactamente por qué la película está en la sala B del Roxy. Y me parece apreciar que hay unos cuantos lectores de “novelas gráficas”

   Y sigo notando una ideología confusa (y que es no especialmente idéntica, al parecer, a los de la obra original), una violencia amanerada en sus peleas de golpes sincopados. Lagunas y detalles que hacen que siga sintiendo cierta antipatía por la forma de hacer cine de Zack Snyder pese a reconocer su virtuosismo técnico y formal. Y creo que está bastante por debajo que las versiones de Batman de Christopher Nolan. Y no está Heath Ledger.

   Pero también noto cierta profundidad. Y los supuestos héroes disfrazados son eso, personajes disfrazados. Y los supuestos héroes transformados son eso, personajes que han “sufrido” una transformación. Y su imaginería tiene fuerza. Y hay imágenes bellas y potentes. Y la banda sonora está extrañamente bien escogida. Y se nota que se han gastado mucho dinero, tal vez demasiado (80 millones de dólares), pero tal vez tenga sentido. Porque también hay ideas. Y su versión de la historia, pese a no ser real, resulta mucho más veraz que en 300. Y sus supuestos héroes, sus personajes, se parecen más a seres humanos. Son también carne de psicoanalista.

   Y creo que esperaré un poco para intentar disfrutar de la obra en su origen. Y creo que me compraré primero la poesía completa de Walt Whitman y Dylan Thomas. De Milton Y Blake. Pero tal vez también me compre Watchmen.

   Y regreso solo por un Valladolid que sigo sin sentir como mío. Y vuelvo a hacer el ademán de ver una ventana a través de calles y cientos de metros. Y vuelvo escuchando la banda sonora de Good Bye Lenin en mi ipod. Y compro unas patatas fritas en una tienda rodeado de postadolescentes aparentemente felices y bebidos.

   Y siento que yo también soy un poco vigilante. Pero sin haber sufrido ningún absurdo experimento. Si ver el futuro, o el presente o el futuro. Sin estar disfrazado más que de yo mismo. Sin ningún poder. Sin conseguir ni siquiera realmente ver fuera de mí, verme a mí mismo. Un vigilante estúpido sin misión o compañeros.

   Tal vez, antes o después, algo cambie.

   Porque sí, el mundo es muy complejo.

   Y leo una noticia en Público sobre ratones probeta.

   Y subo esta entrada a las 5:01 de la mañana.