sábado, 6 de diciembre de 2008

El Capitán Cook y el Capitán Idiota (noche del sábado del 6 de diciembre)

Hace dos años continuó y comenzó el fin de la nada en un puente de la Constitución como éste en el que, aquí en Hong Kong, apenas sé por internet y sus diarios.

Consigo salir de mi apartamento cuando son más de las 9 de la noche.

He recibido un correo electrónico de una chica china que desea conocerme. He visto un mensaje en mi móvil de la Capitana Música más de media hora tarde invitándome a ir a no sé dónde con ella y una amiga. Tal vez decir que sí, quedar con ellas y salir un rato. Es la tercera invitación de la Capitana Música y es una chica agradable. Pero no me siento con ganas ni fuerzas de ir a ningún sitio de manera precipitada. Le respondo mientas espero mi cena en Maxim’s. Cuando me llama y quedo en llamarla más tarde, después de cenar, para comprobar si sigue por ahí y dónde está, sospecho que no lo haré.

Compro el South China Mornig Post. Un bollo caliente relleno de crema. Comprimidos de valeriana, pasiflora, tilo y melisa. Chocolate polaco esquivando la oferta de bombones Trapa con un cartel con su banderita española. My Blueberry Nights de Wong Kar Wai por 2,5 euros en formato vídeo cd.

Aunque no consigo emular al Capitán Cook al no encontrar comprimidos de Kava Kava en esta mi infantil búsqueda de alguna sustancia, objeto, momento, lugar o persona que cambie las cosas y los sentimientos.

. Leo un nuevo comentario amable de alguien que inconscientemente ha decidido seguir este absurdo diario.

Recibo una llamada de la Capitana Música que no cojo

De momento, como desde hace dos, tres, o treinta y un años, seguiremos siendo el Capitán Idiota.

Cosas III (sábado 6 de diciembre)

Cosas que puedes perder, dejar, abandonar o nunca tuviste en este mundo complejo:

Dos pesas azules de plástico que apenas has usado y no viajarán contigo a España en un service apartment de Hong Kong..

Un absurdo aparato de abdominales que te dio tu cajas de ahorros a cambio de los puntos de tu tarjeta de débito en un piso de Barcelona.

Unas cuerdas en un apartamento de un pueblo de Valencia.

Una bicicleta estilo chopper que compraste por menos de 100 dólares americanos en un Target, y unos muebles blancos del Ikea, y el cargador de tu móvil norteamericano y una cama y un televisor de segunda mano y unos cuantos litros de alcohol para futuras fiestas que nunca diste o sentiste en un apartamento de Chicago.

La cazadora que te regaló por tu cumpleaños tu tía favorita (y tal vez, lamentablemente para ella, tú su sobrino predilecto) en el autobús de Alsa que te llevaba al aeropuerto.

Drácula de Coppola y Un corazón en invierno en VHS, crema hidratante y los restos de un frasco de colonia en un piso de Valladolid.

La Niña de la Guerra Civil y el falso amor y la falsa felicidad del MDMA en un adosado de Sanlúcar de Barrameda.

Tu indio favorito que tiraste sin saber porqué al Pisuerga desde el Puente Mayor.

Una persona, unos muslos, una voz, varias camas, tus erecciones, la serenidad, el corazón, el cerebro, tu deseo, unas personas, la juventud, tu olor, las esperanzas en algunos de los lugares mencionados.