martes, 20 de mayo de 2008

La interlingua (lunes 19 de mayo, madrugada del 20)


Antes de regresar con mi grupo de superhéroes, con el añadido del novio de una amiga que ha venido, durante más o menos un mes, a hacer un curso de formación de una plaza pública para la justicia catalana; antes como ya digo de regresar, no puedo evitar hacer algunas fotos al cartel de un bar que hay al acabar el Raval en la Ronda de Sant Pau, a unos cincuenta metros de nuestro edificio.

Desde poco después de mi llegada a Barcelona me había propuesto hacer unas fotos a este bar, un estupendo ejemplo de lo que es Barcelona, España, y este complejo y peculiar mundo del siglo XXI. En su simpático cartel podemos ver una gloriosa muestra de lo que es la lengua que se escribe y se habla en esta zona y en tantos lugares de Barcelona, España, Europa y el mundo entero.

En este cartel es difícil encontrar ninguna lengua en concreto. Ninguna oración o sintagma que respete la gramática de ninguna lengua oficial. Español (o castellano, son inútiles y absurdos los purismos…), inglés, “bangalí”… Todo en uno. Todo es uno.

Después de hacer cuatro fotos el que parece dueño del bar se me acerca y no puedo más que intentar dar una excusa mínimamente verdadera y razonable de mi actitud. Que si soy filólogo, que si me parece interesante la mezcla de lenguas… Le acabo informando de la “pequeña” confusión… Después de leerlo, dice: “Ahhhh… Se me ha mezclado en la cabeza”. Me informa que el resto es “bangalí”, supongo que Bengalí de Bengala, supongo que del mismo lugar que los tigres (entre otras tantas cosas, claro). El hombre es joven y resulta muy amable. Me pregunta que de dónde soy, le digo que de España, pero que del centro, de cerca de Madrid. Me pregunta que si es para un periódico. Le digo que no creo, pero que quién sabe. Le digo que vivo al lado y que vendré con mis amigos algún día después de que me informe de que tienen comida… Y de verdad que me apetece venir. Lamento al irme no haberme presentado y haberle preguntado su nombre.

Y luego hay tanto purista, tanto nacionalista (españolista, catalanista, italiano, de donde sea…) preocupado por las esencias… En este mundo que es tan parecido a como siempre ha sido, pero también tan distinto. En el que es inevitable, irremediable, conveniente, beneficioso que la gente (con más recursos) viaje, que la gente (con menos recursos) emigre… Y por supuesto que hay que regularlo de alguna manera, por supuesto que son positivas ciertas normas en las ciudades, los estados, las lenguas para que convivamos, para que podamos entendernos, pero con dignidad, dignidad para todos y todas, decencia, consciencia, conciencia, mentes abiertas… Porque deben de permanecer ciertos pilares, pero nada es ni debe de ser inmutable.

Con verdadero “liberalismo”, término tan corrompido y manipulado por la derecha.

Hoy que esta Europa aún desunida y asustada se cierra sobre sí misma, se intenta erguir como un fortín, construye decenas de centros de internamiento. Hoy, cuando en Italia Berlusconi promueve el racismo y la violencia contra rumanos y gitanos. Cuando el mismo Gobierno Español parece que corrige, erróneamente, su política inmigratoria. Cuando en Cataluña se preocupan a veces más de supuestas esencias que de las personas.

Pero el futuro es inevitable y nos pillará, de nuevo, inevitablemente desprevenidos. Vendrá borroso, sobre una bicicleta borrosa, y lo cambiará todo. Sin que nos demos cuenta

Hoy, ahora, en esta entrada, intento olvidarme un poco de mí. Porque yo soy yo y los otros. Sí, el mundo es muy complejo.

Paseo por Barcelona (lunes 19 de mayo, madrugada del 20)


Consigo salir de casa antes de las cinco de la tarde. Todo un logro. Antes descubro que parece ser que no voy a poder disfrutar de mi chocolateterapia. Hace falta estar totalmente depilado, según la amable mujer que me atiende al teléfono. Veremos por qué me lo cambian….

Barcelona es un hervidero de personas podríamos decir para desorientar al google y a tanto escritor original. La Rambla es siempre un continuo ir y venir de personas, en su mayor parte turistas extranjeros. Cuando necesitas preguntar por una dirección resulta difícil encontrar a alguien con pinta de ser de Barcelona para que te oriente.

Quiero lograr también comprarme un pantalón y una camiseta para ponerme por fin a correr un poco todos los días, pero el azar hace tiempo que me es esquivo y no hay la talla de los modelos por los que por fin me decido (y que me tal vez permitirían conceder un poco de dignidad visual a mi cuerpo).

Barcelona, en cualquier caso, pese a mi estado, pese a recordar siempre todo, momentos tan imperfectos que no logro expulsar de mi mente, me resulta siempre, aunque pueda sonar contradictorio, acogedora. Incluso me resultan bellas las calles del Raval, su mezcla de negocios tradicionales y los regentados por inmigrantes, su mezcla de lenguas y culturas. Las estrechas calles de la vieja Barcelona, algunas con una muy real necesidad de mejora, otras adecentadas levemente o renovadas con algunos edificios, en su mayoría de protección social, de una calidad y estética muy aceptables.

Finalmente hoy no he conseguido tampoco mucho. Regreso al piso después de parar en el supermercado.