lunes, 25 de mayo de 2009

Reiki, cosas insignificantes, parejas huidas, cantantes desaparecidos, días lluviosos, decoración y pantallazos (domingo 24 de mayo, madrugada del lunes)

   Esta entrada debería haber aparecido hace cuatro días. Debería haber hablado de cosas insignificantes, de detalles banales. Como siempre. Hoy también, claro.

   Debería haber hablado de mi viejo perro jadeante bajo el sol de mayo. Mi viejo perro blanco y negro con sus débiles patas, sus cataratas y su sordera, formando con sus jadeos una especie de sonrisa sobre una lengua rosa bajo el sol de mayo.

   Debería haber hablado de mi subida hasta los cines de UGC en Zaratán en mi bicicleta negra. De cómo no había una buena película buena en la cartelera, compré una entrada para Ángeles y Demonios, me salí de su sala llena, vi un engendro llamado Lobezno y decidí a la salida  meterme tranquilamente (como se deben hacer siempre aquellas cosas que están fuera de las normas, algo que ahora no me cuesta en exceso porque estoy demasiado tranquilo, una tranquilidad extraña y química) a ver Gran Torino.

   Debería haber hablado un poco de Gran Torino, aunque no demasiado, y de cómo regresé a Valladolid de madrugada en mi bicicleta negra con su dinamo plateada y me encontré en mi calle a mi padre paseando al perro, cómo Argos me siguió hasta el garaje corriendo con sus débiles patas, sus cataratas y su sordera. Cómo subí a casa con mi padre y mi perro. Cómo mi madre me hizo a la cena.

    Cosas insignificantes, detalles banales de la vida de una persona más en este mundo absurdo y complejo. De unos padres no sabiendo cómo curar la melancolía a su hijo, aunque intentándolo.

    Esta entrada debería haber aparecido hace cuatro días. Aunque era distinta claro, los hechos eran los mismos, pero las palabras eran otras, los sentimientos eran diferentes.

   Esta entrada hubiera aparecido hace cuatro días si un pantallazo azul no lo hubiera impedido y todos sus hechos, todas sus palabras y todos sus sentimientos no hubieran desaparecido.

    Poco ha pasado desde entonces.

   El sol se ha ocultado tras días lluviosos.

   He recibido y contestado a algunos mensajes.

   Una pareja de neozelandeses ha cerrado su gasolinera, se han comprado unos billetes de avión y han desaparecido cuando han comprobado que el préstamo que habían pedido al banco de 4400€ se lo habían concedido con dos ceros más.

   Una mujer me ha hecho un diagnóstico a distancia y me dice que lo que tengo es ansiedad. Un hombre me ha hecho un diagnóstico a distancia y me habla del peligro de los antidepresivos.

   Me he bajado el último disco de Manic Street Preachers, cuyo letrista se montó en un coche y no volvió nunca.

   En los todos los suplementos dominicales de hoy se hablaba de arquitectura y de pisos y casas imposibles con muebles de diseño.

   Descubro que una mujer vallisoletana que vive en un pueblo de Murcia ha incluido mi blog en su página. Que a través de ésta tengo como nuevo seguidor a un maestro de Reiki de Zamora.

   Sí. El mundo es muy complejo y muy absurdo.

   Y yo me temo que demasiado escéptico y carente de energía vital en estos momentos.

   Pero si alguien quisiera, si alguien pudiera enviarme energía positiva desde cualquier lugar, le estaré muy agradecido.

   Le doy las gracias de antemano