miércoles, 17 de diciembre de 2008

Blogs y personas. Último miércoles en Hong Kong (miércoles 17 de diciembre, madrugada del jueves)

 

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   Leo sobre la muerte de André Gorz y su esposa.  Leo también cosas aparentemente más banales.

   Navegando blogs en internet descubro algunos que hablan de lo que todos deseamos. Ser oídos, ser queridos, sexo.

   La mayoría están escritos por hombres. Son quizás los que más gráficamente hablan de sus deseos. Y es evidente la influencia en ellos, hasta en los que parecen más autoconscientes y dejan entrever inteligencia, de nuestro mundo audiovisual contemporáneo, de cómo nuestros sueños son o se han transformado en imágenes pornográficas. Hechos que apenas jamás ocurren u ocurren de muy diferente manera. Sueños de mujeres hermosas y esperma.

   Y son verdad. No hay que engañarse. Y no pasa nada. De lo único que hay que lamentarse es de su falsa realidad. De que, hombres y mujeres, soñamos sobre nuestros sueños más veces de las que los cumplimos. Y muchos de estos blogs no son más que la prueba. Como en otras personas es lo que dicen o la imagen que pretenden, muchos de estos blogs parecen contar la historia que hubiesen deseado historia. Sueños de personas que no existen, de hechos que no ocurrieron. Los cuerpos y los momentos que hubiesen deseado que les perteneciesen.

   También descubro un blog de un tal Alfredo de Hoces y una novelita escrita por él , Fuckowski, memorias de un ingeniero,  publicada en papel e internet que tiene cierta gracia.

   No coincido en todo con él, claro, las diferencias con su exnovia parecían mucho más superables (aunque parece ser que tampoco se superaron) y de una estupidez menos relacionada con la moral y más disculpable; pero en algunos puntos me siento identificado con su forma de ver la vida.

   También valoro el la distancia y el sentido de humor que ahora me faltan y que eran algunas de mis escasa armas en la vida.

   Y no es ninguna genialidad, y algunas de sus imágenes y metáforas son algo simples e infantiles seguramente. Pero qué puedo decir yo.

   Resulta mucho más ameno e interesante leerlo a él que las absurdas vivencias de un personaje depresivo y a ratos patético que arrastra su falta de tolerancia a la realidad y a las relaciones  humanas por el mundo.

   Que recorre de nuevo las mismas calles de Hong Kong después de haber pasado todo el día metido en 11 m2 cuando son ya las 10 de la noche.

   Que come o cena el mismo entrecot barato y diría que la misma ala de pollo y las mismas rodajas de pepino y zanahoria y setas y la misma media docena de patatas fritas y la misma cocacola en el mismo Maxim’s de cada día y cada noche por apenas 4 euros.

   Que ve algunas hermosas mujeres de ojos rasgados y piensa que no las ha conocido. Que ya no las conocerá. Y no sabe si es un error o si le llevarían de nuevo a la tristeza de la que no ha escapado tampoco en Hong Kong.

Amor, personas y filósofos (miércoles 17 de noviembre, madrugada del jueves)

No, hoy tampoco he visitado ningún lugar nuevo en estos mis últimos días en Hong Kong.

Por la noche, si saber bien por qué o sin querer saberlo, tengo frío. Me acurruco bajo el edredón nórdico, intento jugar con el aire acondicionado para que dé algo de calor.

Parece que ya pasó definitivamente el efecto placebo del kava. Tampoco parecen hacerme mucho efecto los comprimidos de hierbas para dormir. El Dorken 5mg. Son más de las 5 de la mañana.

Pese a todo me despierto temprano. Pero no me levanto. Me quedo dormitando en la cama, acurrucado bajo el edredón nórdico, hasta casi las tres de la tarde.

Paso el día leyendo recortes de artículos de periódico que me traje de España. Una columna de José Vidal-Beneyto de El país me anima a conocer a al filósofo André Gorz y la historia de amor con su mujer Doreen.

Marxista, existencialista que se distanció después de Sartre, confundador de Le Noveul Observateur, defensor de la ecología y una nueva izquierda. Todo esto ya le haría importante.

Pero lo más importante, creo, pienso, es cómo una persona puede ser fiel a sus principios, a los más importantes, en todos los sentidos. También en los sentidos de la piel y la carne.

En Carta a D, Historia de un amor, cuenta su vida y relación con su mujer. Sus 58 años en común. Sus 34 años luchando también contra el cáncer de ella, con la enfermedad degenerativa surgida de una intervención contra él.

Esta carta acaba diciendo:

“Acabas de cumplir 82 años, has perdido 6 centímetros y no pesas más de 45 kilos, pero sigues teniendo la misma belleza, y yo te quiero más que nunca. El insoportable vacío de no ser una sola cosa contigo sólo lo calma el calor de tu cuerpo contra el mío. Por lo que si contra toda evidencia existiera otra vida, querríamos también vivirla juntos”.

Antes dijo: “A ninguno de los dos nos gustaría sobrevivir al otro”

El 29 de septiembre de 2007 se suicidaron en su casa del pequeño pueblo de Vosnon, en Francia.

El 2007 fue el final de muchas cosas. Pequeñas, patéticas e insignificantes en mi vida. Otras importantes, como la de estas dos personas.

Mi vida siente envidia de su vida y de su muerte.