viernes, 5 de octubre de 2007

Poniendo baterías (domingo 16 de septiembre)

Me levanto tarde.

Me conecto a internet.

Compro el cubo de una fregona.

Intento ver al amable hombre norteamericano que me recargó la batería.

En la casa de al lado hay un grupo de jóvenes que juega a un juego parecido, al menos desde lejos, a "la rana" española... Le pregunto a una chica si tienen una llave (más bien hago el gesto, no sé la palabra en inglés...), porque tengo que cambiar la batería del coche... Llama a un chico, me dice que cree que sí, saca una caja de herramientas, trae tres destornilladores... Le comento que no creo que eso sea lo que nesite con una sonrisa. Se acerca al coche (que está aparcado en la acera). Comprueba que no van a ser de mucha utilidad. Busca y trae unas llaves. Le digo que nunca he cambiado una batería (para ver si hay suerte y me la cambia él). Me contesta que él tampoco... Comento que somos los dos vírgenes en esto de cambiar baterías, que a ver cómo nos sale... Parece ser fácil. Rojo con rojo, verde con verde. Él me ayuda a desentornillar y atornillar. Se llama Ned, es un típico y rubio norteamericano de mi edad o algo menos. Me dice que su mujer trabaja como psicóloga en una escuela cerca de Waukegan. Que estuidió español unos meses en Sevilla. Le digo que en no mucho tiempo pienso clebrar una pequeña fiesta de inauguración en mi apartamento. Que si quieren, están invitados. Me contesta que estupendo, que claro que irán.

He tenido que venir a los Estados Unidos para aprender a cambiar una batería.

Decido coger el coche para ver si funciona realmente, comprar un microondas y buscar un sitio para cenar. No quedan microondas básicos ni en el Target ni en el K-Mart. Sin ninguna dirección preconcebida, sigo conduciendo. Llego a uno de los típicos polígonos donde entro en un lugar llamado "Captain Hook Fish&Chicken", en el que espero que no todas sus especialidades vengan del mismo lugar... Soy el único "blanco", toda la clientela es negra y los trabajadores hispanos. Pruebo uno de los "Fish&Chips" peores de mi vida. Un chico negro con un parche del mismo color en un ojo que no parece trabajador ni un figurante impuesto por el nombre del lugar, me dice algo. No le entiendo. La verdad es que a casi todos los españoles nos cuesta más entender a los negros (no se me ocurre otra manera de decirlo). Descubro que me está preguntando si soy profesor. ¿Ya se me nota? ¿Es que los profesores somos las únicas personas que comemos en lugares como éste? ¿Los únicos blancos que nos internamos en zonas como ésta?

Regreso a mi apartamento en coche por las calles oscuras y solitarias de Chicago en una noche de domingo, bajo sus metros elevados, entre sus polígonos, sus restaurantes mejicanos, sus letreros de calles perpendiculares, sus solares, sus lugares que de tan feos que son a veces, como dice mi compañero catalán, resultan hermosos.

1 comentario:

Sunrise dijo...

Jejejeje, los profesoes somos unos seres extraños, es cierto. No sé de qué serás profesor tú pero creo que, si te arriesgas a dar clase en ciertos sitios, también te puedes arriesgar a comer lo que sea, donde sea. Te compadezco, de por sí, comer fish and chips nunca me ha dejado buen sabor de boca.
FOREVERMORE