lunes, 10 de noviembre de 2008

El significado del tiempo (amanecer del lunes 10 de noviembre)


Hace varias semanas se rompió finalmente la correa de mi reloj. No fue por donde llevaba meses rompiéndose. Desde entonces, dormía oculto en el interior de mi bolsa.

Este reloj que fue un regalo, como todos, tardío, que no fue verdaderamente un regalo y que de la misma manera se me entregó.

Un bello reloj por el que he tenido siempre unos sentimientos ambivalentes. Que me ha producido siempre algo de aprensión y tristeza.

Ahora, con su correa rota, hay veces, como tantas otras, que pienso que es momento de olvidarlo, de pasar a otra etapa de mi vida, de contar y contar el tiempo de otros momentos.

Hay veces en que hasta pienso que debería golpearle con un martillo, purificar aquello que nunca he podido purificar ninguna noche de San Juan.

Otras veces, pienso que es sólo un objeto, un bello objeto del que debo recuperar su absurdo valor sentimental, o darle el valor de una etapa finalizada, de errores pasados, de un tiempo pasado.

El recuerdo material de un error que superé. Aunque aún no es cierto…

Un reloj que es también una imagen.

Un viejo reloj promocional que acompañaba a una colonia que aguantó el mar y la lluvia, los errores y ambigüedades hasta que un día, quebrado, dejó de funcionar. Y que fue sustituido por un reloj que fue un regalo, como todo, tardío, que no fue verdaderamente un regalo y que de la misma manera se me entregó.

Un reloj fotografiado al amanecer sobre la almohada de una habitación de Hong Kong, por una cámara fotográfica que fue un regalo, como todos, tardío, que no fue verdaderamente un regalo y que de la misma manera se me entregó.

Eso es todo. Aquí estoy yo.

Tan sólo como nunca he estado, en una habitación de 11m2, mientras amanece en Hong Kong, con un reloj con la correa rota, un portátil y una cámara de fotos.

No hay comentarios: