lunes, 10 de noviembre de 2008

Aquí de nuevo (lunes 10 de noviembre, madrugada del 11)


En las puertas de cada piso de mi edificio hay pequeños objetos que parecen ofrendas religiosas a no sé qué dios. También en la mía. Parece no hacer mucho efecto.

No conseguí ir al consulado. A las 5 mi ya conocido filipino llama a la puerta. Desnudo, me levanto de la cama somnoliento y me visto. Cuando abro me pasa su móvil. Parece que a mis arrendadores no se les ha olvidado que comienza el nuevo mes.

Me acuesto unos minutos más y me vuelvo a levantar. Pago el mes entrante en la oficina, donde me preguntan si estaré más tiempo. Aún no sé qué decirles. No sé tampoco qué decirme.

Como o ceno en un MacDonald’s. Compro Ginkgo Biloba y una tableta de chocolate en un watsons. Zumo de naranja, cacahuetes y plátanos en el wellcome.

Ya en mi habitación habló con España. Parece que algunas personas siguen prefiriendo no ser sinceras consigo mismas aunque el destino se lo muestre de manera paradójica. Parece que siguen queriendo acusar a los demás de cuestiones superficiales para ocultar las esencias, que prefieren debates y argumentaciones sin oponentes antes que la discusión abierta y sincera. Y ya sé y no dudo de mi intransigencia en ciertas cuestiones que considero fundamentales en cualquier relación humana, sea del tipo que sea. Pero también que la honestidad y la valentía son indisolubles. Y que no sé cuánto ni cuánto tiempo estaré dispuesto a pagar por ello.

Apago las luces y me acuesto con mi últimamente única compañera.

Pero intento que la tristeza no me venza aún del todo.

Envío mi curriculum a una empresa electrónica francesa que fabrica productos para niños y que busca europeos en Hong Kong.

Compruebo que muchas de las personas que llegan hasta aquí (también sus escasas y perseverantes lectoras) sólo desean saber qué significa el título de la última película de Bond (¿Grado/cantidad de consuelo?), y se encuentran con este blog lastimero y absurdo.

Sí, el mundo es muy complejo.