lunes, 10 de septiembre de 2007

Magia y Destino (miércoles 29)


Hoy he dormido mal. Cerré los ojos unos minutos a las 11 y me quedé dormido. A las 2:30 de la mañana me levanto con los ojos semicerrados, bebo un poco de zumo, apago las luces del apartamento y me acuesto. Duermo mal. Miro el reloj del móvil y son las 4:15. Bueno, me quedan 45 minutos. La próxima vez que los miro son las 05:15. Ya no me da tiempo a coger el tren de las 05:48. Y no tengo, en verdad, conciencia de haber apagado la alarma. Al ser un modelo de concha hay que abrir el teléfono y pulsar una tecla. Aunque abandonar mi racionalidad tiene la culpa de mi tristeza y de mi absurdo e inestable último año y medio, tengo un pequeño sentimiento de optimista irracionalidad y quiero pensar que es una sutil decisión del destino y que será para algo positivo (y no para que se den cuenta de que llego una hora tarde y me echen del trabajo).

Efectivamente, la señal del destino ha sido para comprobar que a mis compañeros de “team” les encanta el sistema y la burocracia. Han notado mi ausencia a la hora debida y me recuerdan que somos un “team” y que es necesario que trabajemos bien como “team”. Luego debaten cómo señalar las ausencias (por segunda vez, ya que tenemos que hacerlo otra vez en otro formulario) y cómo poner las notas en nuestra agenda. Sería divertido si yo estuviera en otro momento de mi vida, ver su rivalidad por ser “team leader” y por dar mejores respuestas a los trámites burocráticos.

En clase, una vez más me tengo que poner serio y mando a los tres cursos que para el día siguiente busquen las definiciones de “duties and rights” (derechos y deberes) y “coherente” (coherencia), para ciencias sociales, y los lugares donde se puede reciclar papel, vidrio y plástico, etc. en Waukegan (yo no he visto ninguno de momento). Para finalizar nos piden llevarlos al gimnasio para que algunos profesores hagan una especie de representación en la escuela para recordarles las normas: “dress code” (yo todavía no sé el curriculum que tengo que enseñarles, pero mis alumnos no pueden llevar cinturón marrón), cómo comportarse en la cafetería a la hora de la comida (las pocas veces que me he pasado daba cierta idea de campo de concentración).

Más tarde, llevaré el coche al concesionario para que me cambien la luna delantera, hablaré con mi familia y acabaré en este restaurante mejicano para comer una carne no especialmente buena y unos camarones criados (como casi todos los que se venden en este país), en Tailandia.

No hay comentarios: