lunes, 3 de noviembre de 2008

Shirley y Kareen in Sevva (sábado 1 de noviembre)


Como ya he dicho, como cualquier cosa en la vida, todo depende de la manera en que se vive. O se cuenta.

Cualquier persona contaría lo que estoy viviendo de otra manera. O no lo viviría. No se habría dado la oportunidad de vivirlo, habría escogido otras opciones, cometido otros errores.

Cualquier otra persona narraría, tal vez, de manera más positiva y optimista lo que estoy haciendo en Hong Kong; conocer otra cultura y otra ciudad. Conocer otras personas.

Cuando me despierto a las 5 de la tarde, tengo tres mensajes en el móvil. Shirley, la Capitana Música, me invita a cenar en el Soho con una amiga. Alicia, la chica de Nueva Jersey me ofrece también cenar con ella. Una chica a la que aún no conozco me concreta la hora a la quedaremos en Central para ir a una especie de mercado en Discovery Bay.

Opto por la Capitana música y su amiga. En otros momentos, en otras circunstancias, habría intentado compatibilizarlo todo e invitar a la chica de Nueva Jersey, pero son otros tiempos y otras circunstancias, y apenas las conozco aún a cualquiera de ellas. Sugiero aplazar la cena al lunes a la Capitana de Nueva Jersey.

Me arreglo un poco con mis nuevas zapatillas Nike grises, mi nuevos vaqueros ajustados del H&M, una camisa de Zara y mi americana de Adolfo Domínguez. Aunque no sé si es necesario, teniendo en cuenta que, en Central, después de salir del metro entre las tiendas de Louis Vuitton y Prada, vuelvo a llegar tarde y sudoroso a la escalera mecánica del Soho.

La Capitana Música me saluda desde la ventana de su estudio. Baja con un chico y se despide con la mano, incluso fríamente, de él. Al poco llega su amiga.

Cenamos en un restaurante tailandés de mesas y lámparas blancas sin barnizar y un estrecho pasillo en el que se mueven con dificultad sus camarer@s. Kareen, la amiga de la Capitana Música, es una chica taiwanesa muy simpática que trabaja en una empresa de chips y memorias para ordenadores. Habla en un inglés perfecto después de cinco años en Londres.

Hablamos sobre España, Hong Kong, Europa. Como siempre, como toda la gente que conozco en Hong Kong, me pregunta el porqué de mi viaje a Hong Kong. Como siempre, como a toda la gente que conozco en Hong Kong les intento responder con aire naturalidad y cierto aire de despreocupación lo que no estoy seguro que sea tan natural ni suponga tanta despreocupación. Pese a todo, me siento cómodo durante la cena.

Después de cenar, pasamos por Lan Kwai Fong, donde decenas de británicos intentar demostrar que Dionisos era en verdad un dios menor.

Acabamos en Sevva, un Club/Restaurante en la plata 25 de Prince’s Building. La clase alta occidental y oriental y tres invitados charlamos amigablemente en su terraza, pagando 12€ por cóctel, con los perfiles luminosos del Bank of China y el resto de los rascacielos de Hong Kong de fondo. Kareen y la Capitana Música hacen divertidos comentarios sobre el físico y el maquillaje de las coreanas. Yo comento divertido el éxito de las cremas hidratantes blanqueadoras entre las orientales. Hablamos de las diferencias fisonómicas entre las latitudes en la planta 25 de un rascacielos de Hong Kong.

Nos despedimos de la Capitana Música en el metro. Me despido de la Capitana Informática al llegar a mi parada.

Me dedico a redactar y subir entradas durante casi toda la noche.

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