lunes, 3 de noviembre de 2008

Queenie in Discovery Bay (domingo 2 de noviembre)


A las 12 de la mañana, apenas he dormido cuatro horas. Desayuno. Me ducho. Cojo el metro. En la estación de Central un australiano gay me indica cómo llegar hasta el “pier” número 3 del muelle.

Son las dos y diez de la tarde. Queenie me ha enviado un mensaje indicándome que lleva puesta una blusa gris. Es cierto. Lleva una blusa gris sobre una camiseta de tirantes, unos vaqueros ajustados, unos zapatos marrones, unos pendientes y un colgante. Queenie es una chica alta, delgada y bastante atractiva de 26 años, que habla inglés con un fuerte acento chino. Posiblemente tan fuerte como mi acento español.

Queenie es diseñadora de moda. Ha estudiado en la Escuela de Diseño de Moda de Londres y trabajado algunos meses en Milán. Pero Queenie también ha conocido lo que es una gran empresa de la moda europea, que en su estancia en Milán fue incapaz de hacerle un contrato legal y dejar de pagarle en negro. Queenie trabaja ahora en Kowloon. Trabaja en una empresa que diseña ropa y la vende más tarde a empresas occidentales. La dirige un alemán, y su jefa directa es una inglesa con menos formación que ella y que no habla chino, pero que la reprende por intentar aprender aún italiano cuando su inglés no es perfecto y que cobra el doble.

Queenie me cuenta estas cosas mientras vamos a Discovery Bay en Ferry, mientras vemos un pequeño y absurdo mercadillo montado sobre todo por expatriados occidentales, mientras estamos senados frente a la playa, mientras comemos en una restaurante occidental, en el que también se sirve paella, llamado Heminways’s.

Discovery Bay es una especie de barrio residencial en una isla de Hong Kong, construido por una familia de negocios y que estuvo a punto de caer en manos de banqueros rusos antes de que el Gobierno de Hong Kong consiguiera otra familia de negocios. En el mercadillo conozco a una pareja española de Barcelona que vende jamón ibérico (como me corrigen cuando digo serrano). Son una pareja joven que vive allí con sus dos hijos. Ella tiene una empresa de comercio, él trabaja en el sector textil. Ella me da su tarjeta y el nombre de una mujer en el Consulado Español que tal vez me pueda ayudar a encontrar algún trabajo como profesor de español. Él me recomienda vivir en la isla si soy soltero y no tengo novia.

En Discovery Bay, la Capitana Dieñadora y yo, hablamos de lo que es China y lo que es Europa, del mundo. Hablamos de la familia en China y España. De igualdad de géneros. Del capitalismo. Del colonialismo occidental que aún pervive en Hong Kong. De la posibilidad de seguir viajando. Conocer Beijing, Shangai, la India, Nueva York. De lo que es tener 26 y 30 años. Ser hombre y ser mujer.

Es un día agradable.

Regresamos a Central a las 8 de la tarde. Nos despedimos en el metro. Nos damos dos besos. Me dice que la avise si necesito ayuda con cualquier cosa.

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