viernes, 10 de octubre de 2008

Volando (martes 7 de octubre, madrugada del miércoles)


Atravieso toda Europa durante ocho horas en un avión de Jet-Airways apenas ocupado para llegar a Bombay. El sueño que no quiso o pudo llegar en el aeropuerto de Londres me vence. Juego también a la consola del avión. Apenas pruebo la comida.

Viajo adonde no viajé para no quedarme. En un viaje que no debería de haber sido éste y que no sería éste si hubiera sido. Veo como la noche devora la línea del horizonte desde mi ventana.

En el aeropuerto de Bombay me monto no sé bien por qué en un autobús lleno de personas mayores que son ayudadas por el personal de la compañía. Una pantalla proyecta anuncios de películas de Bolywood. Los militares, hombres y mujeres, del control lucen un vistoso uniforme color oliva. Parece como si el aeropuerto hubiera sido construido hace décadas y remendado cada cierto tiempo. Una mujer con ropa tradicional pasa una mopa seca sobre unas escaleras. Entre unas paredes prefabricadas hay un pequeño templo que en occidente parecería anunciar la navidad. Los pasajeros de mi vuelo que hacen trasbordo como yo, la mayor parte hombres occidentales con destino a Bangkok, parecen ir sutilmente disfrazados de turistas sexuales. Uno de ellos, de unos cincuenta años, lleva una mochila de la que sobresale un osito de peluche y sombrero de vaquero.

Apenas tengo tiempo de pasar los controles y embarco a las 00:30 locales con destino a Hong Kong. Los azafatos de Jet-Airways parecen jóvenes y discretos galanes de Bolywood. Las azafatas, gitanillas sonrientes en unos alegres y chillones uniformes amarillos. Todos son muy amables. En este vuelo hay aún menos mujeres viajando.

No hay comentarios: