domingo, 12 de octubre de 2008

I am lost in Hong Kong (viernes 10 de octubre)


A las nueve y media de la mañana llama a mi puerta la pareja de filipinos. Me he olvidado las llaves fuera.

Desayuno. Leo. Me ducho. Y decido intentar orientarme un poco en esta ciudad de una maldita vez.

No sé cómo vuelvo a estar en Wan Chai. Atravieso una avenida llena de ferreterías. Entro en el “Computer Center”, un edificio de tres plantas en las que pequeños cubículos hacen de tiendas de ordenadores, material electrónico, programas y películas piratas. En una esquina, un hombre me llama para entrar en una tienda con las ventanas tapadas y discretas pero visibles fotos de mujeres en ropa interior.

Cruzo un mercado de carne, pescado y verduras. No puedo evitar ponerme triste al ver latir el corazón de un pez cortado longitudinalmente. Las gambas saltan de las cajas llenas de miedo y vacías de aire. Hay cabezas de peces separadas de sus cuerpos que aún respiran.

Después de recorrer las 9 plantas de los almacenes japoneses Sogo, que hacen que el Corte Inglés sea un establecimiento pobre y desclasado, regreso a mi apartamento atravesando un mercadillo de tiendas de ropa. Mi ya casi compañero de piso filipino me acepta una Pepsi. Después de algunas horas de intentarlo, me comenta que tendré internet al día siguiente.

Opto por intentar conectarme a alguna red en la calle. Recorro las calles sin éxito. Me siento en las poyatas de piedra de los grandes edificios de oficinas. Y hay docenas de redes, pero las que están abiertas tampoco me permiten navegar.

Descubro que en Hong Kong no hay bancos para sentarse. Que no está permitido sentarse en poyatas o escaleras. Las decenas, los cientos de personas, van y vienen del trabajo. Van y vienen de compras. Se sientan en restaurantes y bares. Pero no es fácil sentarse sencillamente y de manera gratuita en la calle.

Cuando he pensado rendirme ya en varias ocasiones, después de haber gastado ya la mitad de la batería de mi portátil y ponerme un poco triste y ver a parejas caminar de la mano, consigo conectarme sentado en la poyata y oculto tras la columna del “Regal Hotel”.

Veo como el capitalismo aparenta hundirse. Consigo subir algunas entradas de este blog.

En el mercadillo de ropa he visto una camiseta con un letrero que decía: “I am lost in Hong kong”.

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