lunes, 26 de enero de 2009

Franz Ferdinand in The Assembly Rooms (lunes 26 de enero)

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   (Una fotografía de una fotografía… Una fotografía de una canción)

   Recordaba Take me Out de los descansos de Americana Absurdum, quizás porque fue la obra (sus dos partes) que más me gustó de todas las que vi en los siete años que trabajé en The Assembly Rooms, en Edimburgo. Pero no puede ser, porque veo que la canción es del 2004 y Americana Absurdum la vi en mi primer año trabajando en el festival, en el año 2000. Tal vez sea una de esas conexiones que haces cuando algo te gusta. Si no entrara en pormenores, quién sabe, quizás en un futuro todavía quedara algún registro de este también, una vez más, absurdo blog, y alguien dudase. Quién sabe.

   En cualquier caso, debí de ser uno de los primeros en escucharla, allí en Escocia, en Edimburgo, junto a la industrial Glasgow donde se formaron. Podría haberme sentido uno de los primeros “modernillos”, aunque nunca me he sentido ni le he visto especial gracia a eso de ser “modernillo”. Y aunque no sea ningún fan fatal de Franz Ferdinad. Pero me gustó, me gusta Take Me Out. Y valoro su sentido de lo lúdico, cómo hacen de lo lúdico algo tan elegante, vagamente cultural e infantilmente cool.

   También lo conecto con Kate, una de mis compañeras en el teatro, no especialmente guapa (porque las hubo y las había y supongo que aún las habrá realmente guapas), pero sí muy agradable, una chica realmente agradable. Pero tampoco puede ser. Porque conocí a Kate en el 2005. Y con Kate, y con mis demás compañeras guapas, y las que tampoco lo eran, incluso con algún compañero (los chicos siempre fuimos escasos) nos poníamos de pie frente a la puerta, entre las columnas de The Assembly Rooms, e indicábamos dónde estaban los servicios (creo que me sé casi todos los sinónimos en inglés), o cuándo acababa la obra, o cuando empezaba la obra, o en qué sala era la obra o subíamos a la disciplinada fila que esperaba en George Street hasta The Ballroom cuando empezaba la obra, o en The Drawing Room, o nos cambiábamos con los compañeros, más bien compañeras, de The Music Hall, para no ver siempre la misma obra, para ver el mayor número de obras posibles. Y hablábamos entre obra y obra. Y nos íbamos al break y recogíamos los vasos de plástico que habían quedado en la sala.

   En el año 2000 viendo Americana Absurdum. En el 2004 escuchando en los intermedios de alguna obra que no recuerdo Take me Out. En el Edimburgo en que anochece tan pronto, hasta en verano. Cuando era aún tan pronto para todo o ya parecía tarde. Entre decenas de compañeras, algún compañero y los managers, generalmente homosexuales o lesbianas. Y yo debía ser el exótico, que diría Aznar, español que intentaba chapurrear ese inglés que mejoraba durante el festival para olvidarlo hasta el festival del siguiente año.

   Más tarde, en el 2006, grabé su primer disco y el segundo, You Could Have It So much Better para una fiesta en un piso del centro de Valladolid. Una fiesta con amigos que desaparecieron, con amigos que no lo eran y pedantes gestores culturales. Sintiendo algo que patológicamente podría llamar amor. Tal vez me creí el Take Me Out, aunque hubiera funcionado mejor You Could Have It So Much Better.

   Más tarde, en el 2006, fui acompañado a Edimburgo. Y en algún momento se desmoronó todo. En algún momento todo se había venido abajo. Mi soledad protegida. Las breves tardes de Edimburgo. Aunque hubo momentos de extraña, falsa y cegadora felicidad. Las guapas compañeras. Aunque lo pasamos bien con los chicos del grupo Yllana, su 666, su “sketch” de las rayas de coca en la barra del bar de Blade Runner que sólo reíamos los españoles… y las dificultades reales para encontrar buenas drogas en Edimburgo de su técnico canario. Ver a Pete y a su novia italiana (como imágenes repetidas en personas y lugares diferentes, de un modo u otro). No ver a Finn. Ver a japoneses jugando con espadas. Y conocer lo que es la ansiedad. Lo que es ir a fiestas a las que debería, ya, no haber ido, pese al “He’s a beautiful man” del gran técnico neozelandés. Ver el futuro desmoronándose.

   Algo se había roto ya. Algo que aún no se ha reparado. 5 años. 9 años. Tanto tiempo en que ha pasado tanto y tan poco. 9 años en los que se me ha caído la vida un poco entre los dedos. Y, sí, tal vez ahora me venga mejor Ulysses, aunque yo aún no haya encontrado la forma, aunque aún no conozca el camino. Aunque yo también sepa que no existen Ulises o simplemente yo no lo sea. Aunque ahora me falte el sentido de lo lúdico. Incluso de la elegancia. Aunque yo prefiera, aunque yo hubiera preferido Take Me Out.

   De otra manera, claro.


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