martes, 23 de diciembre de 2008

Último día en Hong Kong (viernes 19 de diciembre)

PC190299   

   Llega definitivamente el final de esta absurda y repetidamente errónea experiencia. Me despido ya de Hong Kong.

   Cojo el autobús al aeropuerto frente a la Biblioteca Pública.

   Causeway Bay se aleja horizontalmente de mis ojos.

   Veo por última vez los rascacielos de Central, las personas caminando, los tranvías, los pasos elevados.

   Me despido mentalmente de las escaleras mecánicas, de los espejos, de los centros comerciales, de los ascensores metálicos.

   Me despido de Hong Kong, de la Asia que no he conocido, de los lugares y personas que no he sentido porque no había hueco en mi cerebro o en mi corazón.

   Me despido de este breve y estúpido intento de renacer. Renacer en mis valores. Renacer en mis valores y mis principios. Renacer en mis deseos.

   Me despido de Hong Kong sin pena. Sin alegría. Sintiendo que nunca he venido, que desde hace dos, tres años, no me muevo, sólo giro desde el eje de mi pecho rozando brevemente lugares, personas, aeropuertos.

   El autobús atraviesa el atardecer de la costa de la isla de Hong Kong.

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