martes, 13 de mayo de 2008

31 I. Moraira, la Chica Dulce y la Perrita Cancerígena (viernes 4 de abril de 2007)

Estoy viajando en un tren hacia Valladolid. He pasado cuatro días en la Comunidad Valenciana, o en el País Valenciano o cómo quieran llamarlo los que se consideren de un pueblo mítico u otro. Una noche en Valencia y dos días y medio en un pueblecito de Alicante llamado Moraira. La Chica Dulce me invitó a pasar unos días con ella y con su pequeño West Highland Terrier hembra en el apartamento familiar. El 5 he confirmado mi asistencia a una especie de fiesta/aniversario de mi antigua asociación universitaria. Decido aceptar la invitación, e intentar disfrutar del presente y retomar el contacto con mi antigua (aunque realmente hace poco tiempo) vida vallisoletana.

Una vez más, con treinta años ya, me veo en la tesitura de pasar la noche con sigilo en el piso de su madre, de viaje, en Valencia. También ceno con una pareja de amig@s suy@s de la ideología estadísticamente más posible en esta zona de España. La familia es la familia y parece que, a veces, hay que heredar su ideología aunque no sepas muy bien por qué, ni represente el presente, ni sea propia de una sociedad en el S. XXI y laica. Pese a todo, son agradables (más que algunos supuestos progresistas), y supongo que intentamos moderarnos en nuestras opiniones por educación y cierto sano protocolo. También hablamos de ansiolíticos, antidepresivos, psicólogos y psiquiatras.

Conozco a su Perrita Cancerígena. Una simpática y regordeta perrilla de 8 años que te mira con ojos de ewook. También tiene cáncer de colon, lo que hace que haya que limpiarla con toallitas de bebé después del paseo. Como hay que limpiar a veces el suelo del piso por unos hábitos de higiene no aprendidos. Pese a todo, parece que ambas lo llevan bien. En ocasiones, está demasiado cerca y no acaba de entender lo que es la intimidad entre dos seres humanos.

Moraira es un pequeño pueblo de la costa levantina. Ahora, a principios de abril y sin ser ninguna fecha en especial está tomada por extranjeros. Éstos tienen la suerte de ser, en su mayoría, rubios y europeos. Está también muy tranquilo.

Y los días son también tranquilos. Y la temperatura es la justa como para que sea agradable. Que el calor no sea excesivo. Que el frío se pueda superar entre las sábanas. Que el olor y el roce de la piel provoquen el calor que evita el frío.

También hay momentos divertidos. Ver cómo las chicas de Valencia notan más el alcohol porque tiene unas hormonas /enzimas diferentes. Distraerme un poco cuando parece que va darse un nunca imaginado trío (nunca he pensado demasiado en ellos, pero siempre los imaginé entre seres humanos). Fregar el suelo por la Coca-Cola que se cae al ir a cambiar las sábanas….

Y despedirse el viernes por la mañana de Moraira y de Valencia después de discutir con un simpático taquillero de Renfe y llamarle facha harto de su mala educación tan simpática…

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