Sí, 1 blog. Sí, 1 verano. Sí, 1 ser humano. Sí, 2 años, 2 semanas, 2 perros.
Hace dos años comencé este blog. También era, claro, verano. Pensé que era el comienzo de algo, de una nueva etapa, de otra cosa. Y lo fue. Pero de algo que no me esperaba.
Júpiter luce junto a la Luna.
Hace dos semanas un hombre negro me ayudó por 5 euros a capturar un perro abandonado. Hace dos semanas regresé a casa con mi viejo perro y duché cuatro veces a un perro abandonado inmovilizado por el miedo.
Llueven Perseidas.
Hace dos semanas comencé una nueva terapia: Adoptar un perro abandonado. Intentar dar tranquilidad y confianza a un casi cachorro que llevaba abandonado cinco meses. Cuya vida consistía en huir y evitar todo. Intentar convertir en sociable y acogedor a un perro celoso y refunfuñón de casi 15 años. Estar en el medio y ver como uno, poco a poco, dejar de gruñir. O gruñe menos. Como otro, poco a poco, deja de asustarse. O no tanto. Verlos dormir en una alfombra cada vez más juntos.
La mirada infantil de Rufíán reluce bajo la Luna.
Y esto, tan absurdo y aparentemente (o realmente) infantil y anodino me hace más bien que el psicoanálisis y las drogas.
Poco a poco, día a día, en apenas dos semanas Rufíán corre junto a mí confiado, deja que lo acaricie, me mira sonriente bajo el sol del mediodía.
Poco a poco, día a día, en apenas dos semanas, Argos tolera con indisimulada resignación al nuevo visitante.
Y aunque Rufián sigue huyendo del resto de las manos que no sean mis manos y hurga en el cubo de la basura buscando comida y Argos siga gruñendo a este nuevo y extraño visitante y ladre reclamando la atención temeroso de perderla, poco a a poco, día a día, en apenas una semana, consiguen dormirse plácidamente en un m2 de alfombra.
Waukegan, Chicago, Valladolid, Barcelona, Valladolid, Hong Kong, Valladolid.
Hace dos años escribí: COMENZANDO.
Pensé que era el comienzo de algo, de una nueva etapa, de otra cosa. Y lo fue. Pero de algo que no me esperaba. Algo absurdo y ridículo como sólo puede ser la vida de un ser humano. Como sólo puede serlo su transcripción a un blog.
Y hoy, después de dos años, después de cuatro ciudades del mundo, después de 258 entradas de este blog, apenas pienso en nada más que en intentar ser el mínimamente digno líder de esta manada, el mínimo y débil punto de apoyo de esta tríada de mamíferos temerosos del mundo y del futuro, en conseguir recobrar la dulzura y el compromiso de mi afectividad hastiada.
Sí, el mundo es muy complejo. No sé cuál de todos nosotros tendrá la respuesta. Todo es frágil e imperfecto. Pero consigo que un lazo tan simple como un perro abandonado de 10 meses me una a la vida.
Bajo el asiento de este avión que nunca aterriza encuentro algo que me hace me hace recuperar levemente la idea de que tal vez aún haya otras posibilidades, que tal vez aún me salve.
Mientras Júpiter luce junto a la Luna y llueven meteoritos con nombre de lágrimas.
Sin comprender el mundo, sin conocer el futuro, piezas minúsculas de un universo pequeño.
Sólo un ser humano y dos perros.
Sólo eso.