martes, 28 de agosto de 2007

Curso de Orientación (16 de agosto)




El jueves comienza el curso de orientación. A las 8 de la mañana entramos en el gimnasio de la “Juárez Middle School”. Hay una entusiástica mujer que hace de presentadora/animadora. Comienza a hablar el superintendente educativo de Waukegan, un hombre negro. Después al alcalde, creo que republicano, un hombre blanco. Varias personas más. Aplausos. Comentarios graciosos. La bandera siempre presente. La presentadora/animadora nos intenta animar a hacer algunas dinámicas de grupo, me mantengo en un discreto segundo plano sin que se note que apenas las hago. Descanso. Conozco a Mauricio, chico de origen mejicano que vino con tres años, graduado (gracias a una beca) en Ideanápolis por una de las tres universidades de EEUU que sigue siendo exclusivamente para hombres y que sale desde hace cinco años con una "güerita", una chica rubia. También a Román, un chico judío cuyos padres, comunistas, hicieron el periplo Odessa, Argentina, Estados Unidos. Nos separan por niveles. En “middle” comenzamos con otra dinámica y premio de material escolar para los dos ganadores. Mismo segundo plano. Después, instrucciones generales. Nos llevan de “tour” por Waukegan, atravesamos su zona de clase alta, con población mayoritariamente blanca y casas unifamiliares de piedra con jardín. Vamos, junto al lago, a un curioso museo de historia en una casa del S. XVII. Nos dan de "lunch" un perrito caliente una bolsa de aperitivos, un refresco y unas galletas.

De vuelta, lo que es tal vez más interesante del día. Un profesor universitario de historia, blanco, con dos discretos pendientes en la oreja, una fisonomía que se podría definir como levemente "oso" y yo diría que de izquierdas (lo que aquí se definiría como "liberal" o incluso "radical") nos habla de la inmigración y de cómo se formó Waukegan. De las sucesivas migraciones que llegaron: ingleses e irlandeses en un primer lugar, y más tarde, y muchas veces traídos por las propias fábricas que los utilizaban en empleos que sabían, que, no sólo ponían en peligro, sino que abreviaban sus vidas: eslovenos, alemanes, finlandeses, negros del sur ( a los que las factorías les construyeron casas porque los blancos no querían vendérselas)... Y cómo cada uno hacía su propio barrio, construía su propia iglesia... hasta que empezaron a llegar los mejicanos, desde el 4% a principios de los 80 hasta ser ahora casi el 85% ... Y todos gracias al NAFTA, y cómo éstos, que iban y venían, que van y vienen, no aprenden tan rápidamente inglés, cómo empiezan algunos problemas... Y cómo éstos van a ser nuestros alumnos, niños mejicanos, de padres inmigrantes de bajos ingresos, mucha veces casi trashumantes... Así, por ejemplo, en la Webster, la que me corresponde a mí, el 90% son hispanos y el 93% de bajos ingresos.

Después de esta charla, unas palabras más para todos en el salón de actos, y un sorteo con papeletas de material escolar.

Barbara, una amable compañera norteamericana que acaba de llegar a Waukegan pues su marido a venido a trabajar a un “college” me lleva a la estación de trenes. Decido ir hasta la estación central en el “Loop” para conocer el centro de Chicago. Ya en el “Loop” descubro que Chicago, aparte de Wicker Park, es una ciudad hermosa. Me monto en un autobús después de preguntar la dirección de la agencia de alquiler a su conductora negra. Me bajo algunas manzanas más allá. Hasta el MacDonald's de Clark St. donde entro a comprar unas patatas fritas y un refresco parece elegante. Cojo otro autobús después de asegurarme preguntándole a su conductor negro. No siendo todo igual, teniendo lugares mejores y peores, la hora más o menos que duran mis viajes en el autobús me hacen pensar que sí, que Chicago parece una ciudad hermosa y agradable. Un lugar donde puede ser agradable vivir.

Después de algunas firmas más en la agencia me dirijo a mi apartamento. Prefiero ir andando. Pregunto varias veces. A la hora decido coger un taxi para llegar y poder recoger las llaves de mi casero. El conductor del taxi es negro. Ya en mi apartamento conozco a mi casero. Tiene pelo blanco y bigote. Es mejicano. También parece agradable. Me ofrece un colchón y un sofá. Me indica, después de vacilar unos minutos hablando con un chico también mejicano cómo ir a la estación de tren. Hago varios fotos a mi apartamento. Con algunos arreglos podría quedar bien. Sería necesario pintar las paredes y hacer una buena limpieza. Comprar un candado para la puerta exterior de metal. Ya veremos.

Regreso de camino a la estación. En la estación conozco a una mujer polaca. Trabaja cuidando niños. Es habladora. Al poco me pregunta por la Unión Europea y el Gobierno Español. Si es verdad que quiere que España no sea católica. Habla sobre cómo cada vez son más grandes las diferencias entre ricos y pobres. Que hacen falta reglas en la sociedad. Le pregunto por su actual Gobierno. Critica al anterior. A los medios de comunicación. A "los que tienen el poder". Cuando le pregunto por los hermanos presidentes y los tetubbies, contesta que son inventos de los "media". No es tan progresista como parecía al principio. Le digo que no sé, que creo que son un poco demasiado conservadores para mí. Me responde que ella es conservadora. Parece que, si alguna vez la hubo, la empatía desaparece. Prefiere ir a otro vagón. Se despide de mí: "Bye, media guy".

A las 11 de la noche la estación de Waukegan está desierta a excepción de varios taxis y un grupito que llegamos. Dudo, los taxis se van, subo a la parada del autobús. Hay un chico, dos hombres y una mujer, todos negros, esperando. Pregunto al chico si aún hay autobuses. Me responde que sí, que el 565, creo recordar que es el mío, espero. A la media hora sólo quedamos el chico y yo, le pregunto si sabe a qué hora pasa. Me responde que a las 10. Le comento que son las 11:30. "¿Sí, es tan tarde, no sabía que era tan tarde?". Blasfemo en bajo y con cierta delicadeza. Camino por el "down town" desierto de Waukegan buscando un taxi. En la ventana de un "drive trhu" de un MacDonald's veo un taxi. Le pregunto si me puede llevar. La mujer latina que lo conduce me contesta que tiene que recoger a un cliente, pero que vale. Espera mientras tres chicos latinos le sirven dos cafés y unas galletas. Salimos, recogemos a un hombre negro y lo dejamos en una iglesia baptista. Llegamos a mi hotel. Me da su tarjeta. Le pago seis dólares. Cruzo al Dunkin’ Donuts y me compro un donut y un "hot chocolate". Subo al hotel. Mi maldito ordenador sigue sin funcionar ni conectarse a internet. Son las 2 de la mañana. Me tengo que levantar sobre las 6 para hacer la maleta e ir al curso de orientación. Me acuesto. La cama sigue siendo un poco grande.

No hay comentarios: