Dar tu nombre cuando tu tarjeta de débito no puede ser leída en el restaurante donde comes o cenas y no te quedan dólares hongkoneses.
Caminar por centros comerciales atestados como si comprando sonrientes evitaran el fin del mundo.
Caminar por grandes almacenes japoneses buscando un cortapelo.
Ver los rascacielos de Hong Kong erguirse más allá de las luces en la noche.
Comprar leche, plátanos y una chocolatina con tu tarjeta de débito en un supermercado.
Ver el pasado como quien se equivoca adivinando el futuro.
Palpar un vacío impalpable.
1 comentario:
VIVIR.
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