Coca-Cola tiene razón. La felicidad, cuando es de verdad, es muy simple y sencilla. Pero ha hecho una encuesta para demostrarlo. Y ha comprobado que las personas más felices tienen pareja, empleo y entre 26 y 35 años. Claro. La felicidad no es mucho más. Ni mucho menos.
La felicidad no es mucho más que encontrar a otra persona. Tener un cuerpo aún joven y de cierta belleza. La felicidad no es mucho más que disfrutar con un trabajo. Incluso no vivir a más de 15 minutos de él. No ser rico, aunque tampoco pobre. Desear y poder tener hijos, aunque en general, tampoco demasiados. La felicidad no es mucho más. Pero tampoco mucho menos. Porque todo esto es mucho. Y no es simple ni sencillo obtenerlo. El mundo es muy complejo y la felicidad es muy simple, ése es el problema.
Muchas veces he pensado que el mejor comunismo (siempre imposible) sería aquel que nos permitiera vivir a todos como burgueses de clase media. Incluso media baja. Pareja, una casa, hijos, un árbol (tal vez un libro), un perro. La imagen simbólica y simbolista de cualquier película estadounidense. La Coca-Cola, aunque nos pese, tiene razón, ése es el problema.
Y puede haber más cosas, pero son secundarias… Matices, nombres, formas de la felicidad.
Ya he comentado otras veces que a mí las drogas, tanto las legales como las ilegales, no me hacen mucho efecto. Ni me han provocado, hasta el momento (y con un consumo muy moderado), adicción. La única a la que podría considerarme adicto es a la cafeína disuelta en un refresco de cola. Aunque siempre he preferido la Pepsi. Pero hoy la Coca-Cola, la que ocupa este bote junto a mi portátil ya de madrugada, tiene razón.
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