Hoy no trabajo porque los maestros del distrito tenemos curso (cursos) de formación. Decido saltarme la bienvenida e incluso la presentación y coger el tren de las 7:38. Cuando llego a la estación de Waukegan mi coche, que me habían devuelto "arreglado" el miércoles, no arrranca... Me bajo de él, abro el capó y compruebo que sólo cortaron un trozo de cable de la batería y cambiaron las tuercas (lo que ellos llamaron conections). Lllamo por teléfono al concesionario. El mismo representante de ventas que me atendió me contesta que él ya me dijo lo que habían hecho. Que ya no pueden hacer más. Que tengo que pagar la reparación. Que si no hable con el "General Manager".
Hace un bonito día. Estamos a finales de septiembre, pero parece junio o julio. Intento decirme a mí mismo de nuevo que este país, que el destino o los recuerdos no me van a ganar. Voy pensando lo que decirle al "General Manager" mientras camino los 45 minutos que me distancian del concesionario (el próximo autobús llega en media hora y no merece la pena esperar).
No hay suerte, el "General Manager" no parece del todo razonable, incluso parece republicano. Le explico que es no es normal que un coche me falle cuatro veces en un mes, la última después de su "reaparación". Que sé que es sin garantía, pero que en un mes no es razonable. Que en Europa te dan mínimo un año para los nuevos y seis meses para los usados. Que no quiero meterme en sus negocios, pero que un concesionario oficial de Mazda no gana nada vendiendo este tipo de coches. Me contesta que no le merece la pena por 1500$, que son coches más bien para piezas, que ya sabe que Europa es un "país" muy antiguo donde todo es mejor, pero que él está en América y qu se siente muy orgulloso. Le respondo que yo también, que he venido para conocerla, pero que pensaba que los americanos estaban muy orgullosos de sus productos y de la atención al cliente. Responde que, total, el vende coches japoneses. No hay manera. Sus únicas ofertas son cambiármelo por otro coche o recargármelo, repararlo (supongo que esta vez de verdad) y hacerme un descuento sobre la reparación. por lo que sea no me fío. En un principio acepto que lo repare. Pero me echo atrás. Ya estoy harto. Le digo que muy bien, que más que en América me siento en Tánger, en el Norte de África y que utilizaré el sistema americano, que usaré un abogado (sé que no es verdad, pero ya estoy harto) y que, por supuesto, ningún profesor en Waukegan comprará un coche allí. Me dice que muy bien, que lo haga, y que se lo diga a todo el mundo. Me voy del concesionario. Qué vida...
Voy a la "High School" donde son los cursos. Me inscribo. Parece que con eso vale. Creo que no tengo muchas ganas de quedarme. Este tipo de cursos, por lo general, son igual de útiles en todo el mundo. Saludo a mi mentora y se lo comento. Parece entenderme. Veo a mi compañera catalana y una conocida americana que ha venido trabajar aquí desde Indiana porque vino su esposo a trabajar a un "college". Tomo la manzana y el agua que nos han dado con una bandejita de "lunch" con ellas mientras me quejo un poco de todo en soleados jardines.
Cuando llego de nuevo a la estación de trenes de Waukegan para ver qué hago con el coche me encuentro dos multas. Una por no haber puesto ticket por la mañana y otra por estar mal aparcado (sobre unas líneas amarillas donde aparca todo el mundo). La primera son 5$, la segunda 25$. Veo al chico que las está poniendo. Le explico lo de mi batería. Él no tiene "jumper cables". Que las reclame en internet.
Pido ayuda a varias personas que tampoco tienen "jumper cables". Un taxista de origen indio (de la India) me pide diez dólares por hacerlo y me pregunta si tego mucha prisa, porque parece que tiene una carrera. Desisto. Un chico negro me comenta la posisbilidad de cargármela poniéndola en su coche. Al final me manda a tres mejicanos muy simpáticos que me la intentan cargar con su furgoneta. No parece cargarse. Me dicen que, como es de marchas, se puede arrancar empujando. Me veo empujando mi coche con dos mejicanos estación arriba, estación abajo, mientras un tercero intenta arrancarlo. Tampoco. Al final consiguen caragármelo con las pizas. Me dicen que tal vez sea el alternador, y que me convendría cambiar la batería. Que vaya al Pep-Boys. Les digo que vivo en Chicago y que prefiero ir allí que dejar de nuevo el coche sin ticket en la estación. Me responden que si paro el coche no saben si arrancará de nuevo. Les doy las gracias varias veces y me despido de ellos. En la furgoneta llevan una gran pegatina que dice: "We support our troops".
lunes, 8 de octubre de 2007
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