Las calles de Causeway Bay no están tan transitadas como de costumbre. La temperatura es la de un templado día de otoño.
Aunque debería aprovechas mis, posiblemente, últimos días en Hong Kong, y haber entregado algún curriculum más o haber visitado algún lugar nuevo o haberme informado de los ferrys que salen diariamente para Macao, cuando consigo salir de mi habitación para comer/cenar algo son más de las 11 y 30 de la noche. Hasta ahora sólo he comido una especie de doritos australianos, una pepsi y cuatro gominolas.
Anuncios de relojes de lujo, la decoración navideña de Times Square con las luces apagadas. Parejas, hombres solos, hermosas jóvenes chinas con botas de caña.
En el Macdonald’s 24 horas de Times Square hay algunos individuos solitarios que no comen nada. Un hombre que lleva sandalias lee un periódico. Una mujer dormita sobre su mesa frente al gran ventanal.
En el Hong Kong de los perfumes, coches, ropa y cosméticos europeos, parece que el mayor lujo consiste en evitar la soledad.
Nunca he sido una persona dada a los lujos.
lunes, 15 de diciembre de 2008
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