Recibo mensajes de algunas chicas para conocerme.
Una dice tener 21 años, ser algo excéntrica, vestir camisetas, ser aficionada al anime y a los videojuegos y tener una cuenta en Wow. Dice que acaba de salir de una relación y que sólo quiere quedar de manera informal. Intentando solventar mi ignorancia, descubro que Wow es el acrónimo de World of Warcraft, un juego de rol en Internet al que están sucritos más de 10 millones de personas en el mundo.
La otra es una mujer de 32 años que ha venido a Hong Kong por motivos de trabajo. Por las formas entusiásticas de su mensaje, sospecho que es estadounidense. Dice ser una profesional poco convencional. Gracias a su mensaje descubro que en inglés de puede utilizar al cuervo para describir un color negro.
Y tal vez sería divertido quedar con una chica de 21 añitos que viste camisetas (no me parece, en principio, la prenda más extraña) y juega al rol en Internet.
E incluso interesante conocer a una mujer que poco convencional profesionalmente (qué voy a decir yo, que aún no sé qué quiero hacer ni dónde). Y, contrariamente a otras personas, siempre pensé que los vikingos demostraban ser inteligentes respetando la inteligencia de los cuervos.
Pero el problema es que, en estos momentos, tengo poco que ofrecer.
No he vuelto a contactar con las chicas que hasta ahora he conocido aquí. No he respondido a algunos mensajes. Ni siquiera he tenido fuerzas para pasarme por el consulado.
Porque, ahora, en estos momentos, no sé si tengo algo que ofrecer. Ya apenas recuerdo mi cáustico e irónico sentido de humor. No sé si tengo fuerzas para hablar sin pausa disimulando la realidad. No creo que quieran, que nadie quiera conocer a alguien que, como yo ahora, no entiende ni conoce nada.
jueves, 27 de noviembre de 2008
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